Cultura de cooperación
En consecuencia, mientras las "culturas" de otras especies animales se basan exclusivamente en la imitación y otros procesos de aprovechamiento, las culturas humanas no sólo entrañan aprovechar sino, fundamentalmente, cooperar. Los Homo sapiens están adaptados para actuar y pensar cooperativamente en grupos culturales hasta un grado desconocido en otras especies. De hecho, las hazañas cognitivas más formidables de nuestra especie, sin excepción, no son producto de individuos que obraron solos sino de individuos que interactuaban entre sí, y lo dicho vale para ls tecnologías complejas, los símbolos lingüísticos y matemáticos, y las más complicadas instituciones sociales.
A medida que crecen, se desarrolla en los niños un tipo especial de inteligencia natural, que abarca habilidades exclusivas de nuestra especie para colaborar, comunicarnos y aprender socialmente, además de tomar parte e otras formas de intencionalidad compartida, habilidades que van constituyendo su capacidad de participar en ese pensar grupal cooperativo. Esas habilidades especiales surgieron de los procesos de construcción de un nicho cultural y de la coevolución genético-cultural: en otras palabras, surgieron como adaptaciones que permitieron a los seres humanos actuar con eficacia en cualquiera de los numerosos mundos culturales que se han construido.
Es necesario adoptar muchos enfoques distintos para explicar la cooperación y la cultura humanas; para explicar las donaciones caritativas, los símbolos lingüísticos y matemáticos, y las instituciones sociales. En el escenario actual, la cooperación y la cultura son objeto de estudio de la biología evolucionista, de la economía experimental, de la teoría de juegos, de la antropología cultural y biológica, de la psicología cognitiva, social y evolutiva y de muchas otras disciplinas. En nuestro grupo de investigación hemos decidido abordar estos temas por medio de estudios comparativos entre niños y sus parientes más próximos entre los primates, los chimpancés. Abrigamos la esperanza de ver con mayor claridad lo que ocurre en estos casos algo más simples que en las mil complejidades del comportamiento adulto y de las sociedades. Desde luego, la comparación entre los niños y los chimpancés puede echar alguna luz sobre los orígenes de la cooperación humana en sus aspectos filogenéticos y ontogenéticos.