A veces la amistad corrompe.
Nathaly era una buena amiga que conocía desde hace un buen tiempo. A pesar de la diferencia de edad, nos llevábamos bien. Hablamos por chat, por teléfono y a veces salíamos. Por cuestiones de la vida, tuvimos que alejarnos, aunque seguíamos en contacto.
Unas palabras cambiaron la forma como la veía. Me dijo que me quería.
Empezó a girar mi cabeza miles de veces porque era algo prohibido y nada conveniente. Me tomé un tiempo para meditarlo.
Olvidé el tema y seguí con mi vida hasta que me llamó un día para invitarme a su cumpleaños 18. Lamentablemente ya tenía planes, pero le prometí verla lo antes posible e invitarla a comer.
Nos vimos a las dos semanas, y parecía que la mayoría de edad la había cambiado en su forma de vestir. Lucía una blusa algo escotada que mis ojos no podían evadir. Sé que era difícil hacerlo pero me contenía. Ya la miraba de forma distinta.
Después de realizar varias actividades, la llevé a su apartamento. Me dijo que no podía hacerme entrar porque había una reunión pero que la había pasado muy bien.
- “¿Te puedo preguntar algo?” Le dije. “¿Aun sientes algo por mí?”
- “Un cariño inmenso. Solamente”.
Inmenso como ese par de senos pensé.
- “No me gusta que me mires así”.
- “¿Así cómo?”.
- “No te hagas”.
- “Lo siento. Perdóname”.
Al disculparme, su rostro arrojó una sonrisa.
- “Sé que te gustan”. Me dijo.
Sentí que mi rostro se puso caliente y que ardía. No sabía que hacer.
Me llevó a unas escaleras detrás de la entrada de su apartamento, y empezó a frotarse sus senos. Eran grandes y jugosos, pero el miedo de ser descubiertos me impedía hacer algo.
Al ver semejante escena y su rostro jadeante de auto placer, no aguanté más y empecé a frotarme también, pero al ir a tocar sus senos, me lo impedía.
- “Vamos a hacer algo rápido”. Me dijo. “Eres mi amigo pero no puedo dejar que me toques. Me sentiría extraña”.
Se sacó la blusa y me dejo ver sus senos enormes y redondos. No llevaba sostén lo que me excitó más. Sus pezones eran redondos, rosados y tremendamente jugosos, pero no podía acercarme a ellos. No pude mas y saque mi pene, completamente erecto y dispuesto a calmar mis ganas.
Su carita no dejaba de ver la mía y me parecía lo mejor, hasta cuando se agachó y puso sus senos frente a mi pene, y no dejaba de moverlos. No aguante mas y el primer chorro caliente fue directo a parar entre sus dos joyas, los demás empezaron a caer sobre ellos.
Ella gemía con cada gota y me miraba como deseando más. Quedé completamente seco.
- “Quiero que volvamos a salir. Pronto”.
Yo solo murmuraba en ese momento. Había sido algo fenomenal a pesar de que no había tenido contacto con ella.
Lo que me sorprendió fue que se puso la blusa, sin ni siquiera secarse, se dejo todo mi semen como si fuera lo más natural. Me tomó de la mano, me dio un beso en la mejilla y se despidió, tan solo diciéndome un hasta luego.
Cuando me dirigí hacia mi casa me preguntaba varias cosas. 18 años, masturbación, virginidad… ¿Será posible que pueda tocarla e ir más allá?
Hace mucho no hablo con ella. No sé qué vendrá después. Quizás podré saber si somos buenos amigos o no.