Usted desautorizó el diálogo entre Gustavo Petro y Juan Manuel Santos y lo calificó de eminentemente personal, a pesar de que Petro habló de discusión nacional, sin que esto significara apoyo al Gobierno. Días después usted misma le bajó el tono a la discusión y dijo que su actuación con Santos no lo excluye de continuar en la oposición, manteniendo sus criterios de independencia. ¿Al fin qué?


Quien desautorizó a Petro fue el Comité Ejecutivo Nacional del Polo, órgano del cual soy vocera. Este Comité está integrado por 38 dirigentes. Imagínese usted que cada uno de nosotros se convirtiera en rueda suelta y pretendiera establecer, sin discusión con los demás, su particular posición o propuesta frente al nuevo Gobierno. Se trata del respeto a las reglas de juego de la democracia interna. El hecho de que exista libertad de opinión entre nosotros no quiere decir que cada uno actúe al margen o en contra de la decisión colectiva. De hacer esto carrera, ahí sí que se acabaría el Partido.


Jorge Enrique Robledo reiteró el viernes que la posición de Petro no es la posición del Polo y que la prioridad para el partido es desenmascarar el “continuismo” de Santos quien según dice, “va a montar una gran manguala para seguir manejando al país, en beneficio de una minoría”. ¿Son posiciones encontradas entre usted y él?


Cuando un dirigente habla y desarrolla una posición del Partido y expresa su particular interpretación de la misma, no contraviene las reglas de juego. Pero cuando pasa del verbo a la acción y envía un mensaje público que puede interpretarse en contravía de la posición del partido, en mi criterio, viola esas reglas de juego. Ello sucedió en el caso de la carta y reunión de Petro y Santos y puede constatarse en la carátula de Semana. En ausencia de las actuaciones de Petro, la principal revista de circulación nacional no habría podido titular con la foto del presidente electo Juan Manuel Santos: ¿Sin Oposición? Esa confusión, ese interrogante, le quedó a más de uno de nuestros afiliados, quienes se sorprendieron de ver desdibujado el mensaje de oposición del Polo Democrático al nuevo Gobierno, emitido por su Comité Ejecutivo.


Se dice que el bajo resultado electoral del Polo es consecuencia de la ausencia de unidad ideológica del partido. Usted me dirá que en todos los partidos hay matices, pero es que aquí parecen irreconciliables. ¿Qué pasará con el Polo?


Es imposible imaginar una izquierda que no polemiza. La polémica y dialéctica son de la esencia de la izquierda democrática. No hay que tenerle miedo a la contradicción. En la controversia uno busca convencer. Como en toda discusión democrática, finalmente prevalecen los criterios mayoritarios enriquecidos por la discusión y los aportes de todas las posiciones.


Mucho va del resultado electoral de Carlos Gaviria en el 2006 de casi 2’700.000 votos a 1’400.000 de Petro en el 2010. ¿Una vez más se refleja la tradicional incapacidad de la Izquierda para convertirse en alternativa real de poder?


En eso consiste el binomio Gobierno – Oposición. Quien gana las elecciones gobierna y quien las pierde se erige en alternativa de poder. En Colombia, muchos, incluso en la izquierda, no han entendido bien la función necesaria de la oposición en una democracia y, en ocasiones, como ha sucedido con el actual gobierno, la estigmatizan de antipatriótica y hasta le agregan el ingrediente de “terrorista”. Desde el campo contrario creo que estamos tan acostumbrados a hacer la oposición que a veces da la impresión de que nos convertimos en nuestra propia oposición. El periodista Juan Gossaín, a quien quiero rendir homenaje por su entereza y humanismo, develó el macabro plan criminal de las denominadas chuzadas del DAS, orientado a amedrentar y desprestigiar jueces, dirigentes políticos, periodistas independientes, y específicamente dirigido a dividir al Polo Democrático. Con esa cacería de brujas, dentro y fuera del Polo, antes sacamos el millón cuatrocientos mil votos. No se le olvide que en los últimos 25 años han sido asesinados más de 5.000 dirigentes de la izquierda. En el pasado debate, perdimos a seis más, a manos de los sicarios, como lo denuncié ante el Ministro del Interior, a donde acudimos exigiendo garantías de seguridad para nuestro candidato y demás dirigentes amenazados. No es fácil avanzar en medio del sicariato en acción.


Se lo digo, porque la vieja izquierda también vivía atomizada y no logró nunca despegar políticamente. La “nueva” izquierda, con el Polo, pareció a punto de lograrlo, y hoy nuevamente se desintegra en disputas internas. ¿Será usted la líder capaz de llevarlo a la unión?


El Polo, a diferencia de otros partidos, no reconoce jefes naturales ni providenciales a quienes debe obedecer porque sí. Para establecer nuestra línea política solamente reconocemos el dictamen de la inteligencia colectiva. Tengo autoridad moral y política para conducir con equilibrio y garantía para todos los sectores, las discusiones del Comité Ejecutivo y representar la línea democráticamente establecida en su seno. Estaré en esa posición hasta cuando el mismo Comité lo considere pertinente.


Todo mundo comentó el óptimo desempeño de Petro en la campaña y los debates, ¿hubo más candidato que partido?


Cuando me ofreció ser su fórmula vicepresidencial, Petro hizo un gesto de unidad que el partido recogió con entusiasmo. Ya en la brega, fui elegida por unanimidad para ocupar la Presidencia del partido y recibí un mandato para promover la unidad. Viajé por medio país a reunirme con las direcciones territoriales y cohesionar los esfuerzos del Polo, sin los cuales la votación no habría repuntado. Muchos de los amigos que habían acompañado a Petro hasta las elecciones de Congreso, se estaban dejando llevar por el triunfalismo de la Ola Verde. Quedaba la firmeza del Partido que se empeñó a fondo en sacar adelante la candidatura de Petro. El desempeño de Petro fue mejorando en la medida en que su discurso retomó las posiciones políticas de la izquierda democrática con que la gente lo asociaba. Anteriormente se había incluso pronunciado en contra del acuerdo humanitario, extrañando a muchos de sus simpatizantes.


En la primera reunión del Ejecutivo se determinó que a pesar de estar por debajo del 3% en las encuestas, debíamos arriesgar incluso el futuro financiero del Polo para sacar adelante la campaña presidencial. Se autorizó pignorar los ingresos de los próximos cuatro años para garantizar el anticipo que utilizó Petro, al lado de un crédito también avalado por el Polo, para financiar la campaña. Fue un riesgo necesario. A partir de ese momento todos los polistas salieron a organizar las grandes manifestaciones que se dieron en las plazas públicas y el partido en pleno apoyó a su candidato quien, bajo ese estímulo, se creció. Así logramos recuperar por lo menos la mitad de la votación que habíamos obtenido con Carlos Gaviria.


Una consecuencia previsible de la situación del Polo es la pérdida de la Alcaldía de Bogotá, tras los permanentes tropiezos de la administración Moreno. ¿No sería un golpe mortal para el partido?

Creo que se apresuran quienes anticipan la derrota del Polo. No creo que los bogotanos se dejarán arrebatar la gratuidad en la educación, los avances en la garantía de la salud como derecho, entre tantas conquistas como también lo son los grandes avances de las obras de infraestructura hoy en curso y la iniciación, por fin, del Metro que requiere la ciudad para evitar el colapso en la movilidad.