Entonces: déjame soñar en tus brazos
alas de Dios
déjame beber del aire que respiras
y la suavidad de tu mirada
y si no quieres, entonces permíteme dormir
aferrado a tus sueños en las noches frías
donde la ausencia de vos
me hace estremecer el pobre
cuerpo que languidece,
que pierde las fuerzas
cuando no estás.