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tovygonzalez
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Predeterminado Respuesta: Elecciones Presidenciales 2010 (SEGUNDA VUELTA)

Los delirios del payaso verde.


Posted on Mayo 28, 2010 by escritoresinvitados
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A riesgo de que me insulten, golpeen o maten
“Mimos y girasoles… ¿qué es esa idiotez? Aquí se necesita es un varón que fumigue a los guerrilleros hps, y de paso a los mariguaneros, a los ateos, a Chávez, a Correa… de paso a los venecos… y a los maricones… a las putas no porque de pronto las necesitamos… a los negros sí, y a esos indios mugrosos que salen a protestar; y a los pobres, que hay muchos… en resumidas cuentas, a esos hps, que son al mismo tiempo guerrilleros, mariguaneros, chavistas, ateos, maricones, negros, indios y pobres. Simultáneamente, vendrán las grandes compañías, las grandes empresas y los grandes artistas y muchos turistas a compartir la alegría de estar en el País más feliz del mundo, y los ciudadanos de bien tendremos buenos empleos, salud, belleza, amor… el Paraíso, pues.”
“¡Qué nos va a gobernar ese payaso! ¿Mostró el culo? Es homosexual. ¿Se disfrazó? Es retardado. ¿Se casó en un elefante? Es demente. ¿Le echó un vaso de agua en la cara al doctor Serpa? Es un triplehp irrespetuoso. ¿Su emblema es un girasol? Más homosexual aún. ¿No va a misa? Es ateo. ¿Tiene nombre raro? Es extranjero. ¿Se retracta? Es pendejo. ¿Tiene Parkinson? Está lisiado. ¿Quiere educar? Es ingenuo. ¿Es honesto? ES GÜEVÓN…”
Hace once años había en Colombia otro güevón del mismo calibre. No era filósofo. Era abogado, periodista, humorista. También se disfrazaba: de portero, de empleada, de tinterillo… de lustrabotas. Otro confundido que, siendo colombiano, le dio por hacer locuras, cómo burlarse de los políticos que nos tenían viviendo en el eterno paraíso. Nos decía en la cara, desde la televisión: ‘Oigan, los están robando’, y nosotros ‘JUAJUAJUA’; ‘Oigan, los están matando’, y lo mismo: ‘JUAJUAJUA’… Un buen día, un viernes, 13 de agosto de 1999, cuatro balas infames callaron la payasada para siempre.
Jaime, parcero… qué falta tan dolorosa que hacés aquí abajo, en el culo del mundo, en este curioso Edén. Cuatro rugidos obtusos te silenciaron; acabaron con la risa de Colombia. Si estuvieras aquí, a lo mejor votarías por Antanas Mockus, payaso ridículo a quien le dio por creer que la educación es importante en este país de asesinos, y por quien voy a votar en estos días, haciéndome cómplice de su ridiculez y su más que seguro retardo mental.
Es para morir de risa. Les cuento a los extranjeros, a los visitantes marcianos que vengan a ver tanta dicha, que mis paisanos tienen una muy graciosa opinión sobre la participación política. Juran que se trata de agitar fanatismos cada cuatro años y tachar una carita en un papel. Hecha la marquita, en paz con Dios y con el mundo, vuelven a sus casas a esperar que los gobiernen. Si el televisor les dice que los gobiernan bien, vuelven y tachan la misma carita a los cuatro años. Si les dice que no, se indignan, pelean, insultan y el día señalado tachan otra carita. He ahí nuestra así llamada participación política.
Si el congresista se roba 500 millones de pesos, es una rata asquerosa, un hijueputa. Si me quedo con 100 pesos de vueltas que me dio de más este busetero marica, soy un duro, un vivo. Claro, ahora entiendo por qué les decimos ‘vivos’ a los pícaros, a los astutos, a los de la ‘malicia indígena’: porque el muerto no roba; antes bien: lo roban, si algo tuvo en vida. El que no hace torcidos en este país es como si estuviera muerto: no es, no parece un ‘vivo’.
Si el alcalde le consigue un contrato a su familiar por obra y gracia de la palanca, es un corrupto asqueroso, otro hijueputa, y el pueblo, “nosotros”, víctimas maltratadas. Si me logro saltar la fila en el banco y nadie se da cuenta, soy un vivo, ‘un man abeja’, y los que hacen la fila unos pendejos. Si el juez demora mi demanda en la que exijo que me devuelvan una platica que me debe mi ex-jefe hace diez años, es un vendido asqueroso, otro hijueputa. Si me hago el dormido para no darle el puesto al viejito cacreco que se acaba de subir, soy un astuto. Si el industrial permite que se contamine el agua de un río con los desechos mefíticos de su fábrica, es un capitalista asqueroso, otro hijueputa. Si boto la servilleta desechable al piso, soy un práctico, un descomplicado.
Moral hipócrita la que se practica aquí. Al fin y al cabo, todos salen impunes: el doctor congresista, el doctor alcalde, el doctor juez, el doctor industrial, el ladrón, el abusivo, el perezoso y el sucio. Pero más grave aún: al congresista, alcalde, juez o industrial, de vez en cuando lo agarran, lo pillan y le pueden hacer cosas muy graves: amonestarlo, denunciarlo, o en el peor de los casos ¡oh, castigo horrendo! retirarlo de su cargo por unos tres meses, mientras se olvida el asunto. Como ven, señores marcianos, señores gringos, estos bandidos importantes, faranduleros y bien nutridos a veces reciben un castigo por su reprobable conducta.
A los otros bandidos, los anónimos, los cotidianos, los hijos de vecino, los honrados ciudadanos votantes, los famélicos… nunca. Están en la más absoluta e infame impunidad: la del que se cree honesto.
Volviendo al Payaso que nos ocupa, amigos Marcianos, parcero Jaime, les informaré en mi calidad de guía turístico, por qué tantos en esta honorable república llaman ‘payaso’ a un filósofo, y de paso desenredo la payasada de este ensayo.
Era rector de la Universidad Nacional de Colombia, institución que ha albergado en su campus durante muchos años, amén de excelentes estudiantes y otros no tanto, milicias urbanas de guerrilleros y pandas de pretendidos estudiantes que no están de acuerdo con… NADA. Como es costumbre, odiaban al rector de turno habida cuenta de su existencia. Un buen día, otro, de los muchos buenos días de este país, se reunieron las ‘partes en conflicto’ a ‘dialogar’ en el Auditorio León de Greiff. Como suele suceder en estos casos, no hubo diálogo alguno. Hubo una ensordecedora rechifla por parte de los honorables milicianos… perdón, estudiantes, que imposibilitó al odiado rector exponer el más mínimo argumento. Haga de cuenta usted como cuando trata de hacerle una observación a un transeúnte y éste, muy ciudadano, le contesta ‘qué le pasa, chino hijueputa, no sea sapo…’
Por eso yo ya no hago observaciones de cuerpo presente a transeúnte alguno. Un día de estos, por observador, me matan. Así pasa en nuestros días. Un señor en Transmilenio le reclamó a unos honorables vándalos que no se mearan en vía pública. Creo que lo mataron. No me acuerdo y no voy a buscar. Soy guía turístico, no periodista. Les puedo señalar, eso sí, el lugar donde lo mataron, golpearon o insultaron, que en las cuentas de una hipotética humanidad honrada serían injurias equivalentes. Tiempo después de lo de la rechifla, decía el Payaso esta Payasada como las que acostumbra:
“Si me vas a matar, hiéreme; si me vas a herir, golpéame; si me vas a golpear, empújame; si me vas a empujar, insúltame; si me vas a insultar, grítame; si me vas a gritar, háblame; si me vas a hablar…hablemos”.

__________________
YYYYYYYYYEEEEEEEEEAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!

Última edición por tovygonzalez; 02-06-2010 a las 16:42:27
tovygonzalez no está en línea   Responder Citando
 
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