Por: Libardo Gómez Sánchez, Diario del Huila, Neiva, mayo 3 de 2010
Un reconocido cantante argentino de los años setenta hizo celebre una melodía que se titula así y en una de sus estrofas dice: “Jamás se cumplirán aquellas cosas que soñé pues en mi largo viaje tantos sueños yo perdí”. Un examen de la vida de los Colombianos en los últimos veinte años nos muestra que ha tenido muchas transformaciones, algunas muy notables por su incidencia en asuntos que afectan aspectos de la supervivencia diaria. En todo caso la inmensa mayoría podría corear: “El tiempo y el destino me han golpeado sin cesar mas yo sigo adelante sin dejarme doblegar”.
La población no solo pasó del rocanrol al vallenato o cambió el teléfono fijo por el celular, ahora come maíz dulce norteamericano, lenteja canadiense, café vietnamita y más alimentos importados porque se redujo el área agrícola dedicada a la producción de alimentos; no dejó únicamente las canicas por el ordenador, acueductos como el de Cartagena y Barranquilla, empresas de energía eléctrica de la Costa Atlántica, generadoras como Betania, distribuciones de gas domiciliario, vías carreteables en concesión pasaron a manos de particulares; la telefonía y la salud ambas hoy son propiedad privada o se manejan con criterio de rentabilidad privada; desaparecieron muchas empresas que fueron emblemáticas de la economía nacional el siglo pasado, la calidad de la educación pública ha sufrido un deterioro ostensible y progresivamente va aumentando la oferta privada que implica la reducción de la pública y principalmente la pobreza es más generalizada en campos y ciudades.
Dadas las dificultades algunos recurren al ardid que el compositor registra en su composición: hacerle “trampas a la vida para poderle ganar”, sin embargo, regularmente los vivos terminan entrampados. Justamente ahora con ocasión de las elecciones presidenciales está en juego quiénes tomaran las riendas del poder, pero principalmente se decidirá con que política se continuará conduciendo a la nación, se define si la vida cambia o al final sigue igual, en ese sentido debemos formularnos algunas preguntas:
¿persistirá el modelo neoliberal que privilegia la inversión extranjera y protege los grandes capitales con el criterio de que únicamente ellos son generadores de riqueza y que algo de ella, así sea muy poco, quedará en manos de la mayoría de la población?
¿Se mantendrá la política de salud que discrimina a los habitantes del país en categorías y atiborra los bolsillos de las EPS a costa de una precaria asistencia médica?
¿Proseguirá la privatización de las empresas de servicios públicos domiciliarios que no han mejorado la prestación de los servicios pero si han incrementado las tarifas?
¿Los proyectos de gran minería, autorizados a multinacionales sin que importe la destrucción del medio ambiente y con regalías miserables como contraprestación al saqueo de nuestros recursos naturales se mantendrán?
¿Insistirá el nuevo gobierno en la vigencia de los Tratados de Libre Comercio firmados con Estados Unidos y la Unión Europea a pesar de las evidencias de su inconveniencia por las condiciones en que fueron pactados?
¿Continuará la política laboral de bajos salarios y pocas garantías con el argumento falaz de que así se reduce el desempleo?
¿Se mantendrá el acuerdo que permite la presencia de soldados norteamericanos en nuestro suelo a pesar de que nos enemista con nuestros vecinos?
Por lo dicho en los debates Santos, Noemí, Mockus, Vargas Lleras y Pardo no están dispuestos a romper con el modelo vigente, por el contrario anuncian su profundización con lo que al final la vida será peor. La única “legalidad” válida que pueden los electores hacer si en verdad quieren una mejor existencia, es votar en Mayo por una política diferente.