Antes de irse a dormir una mujer cincuentona se mira detenidamente al espejo y dice a su esposo:
- Ya parezco anciana; tengo la piel arrugada, bolsas debajo de los ojos y la piel me cuelga por todas partes. Mira estos pellejos en mis brazos.
Como el permanece en silencio, la mujer se vuelve y le reclama:
-Oye, ¿no vas a decirme algo para reanimarme?
A lo que el hombre responde:
-Muy bien, para animarte te puedo decir que todavía tienes muy buena vista.