Me preocupa mirarte los ojos
y ver allí toda la eternidad,
es tan fácil perderse en el brillo
de tus ojos, en el sonido de tu voz,
es tan fácil recrear el mundo cuando
vos existís en él,
¿ya ves por qué me preocupa mirarte?
En esos instantes voy al cielo –ida y vuelta- y
regreso de él a través de tus ojos,
en cambio, cuando no estas
el infierno me espera
con sus flamas abrazadoras,
mis lamentos no los puedes escuchar
porque pertenezco al mundo constante de tu
olvido…
y es que prefiero unos segundos de tu mirada
que una eternidad desbordada de felicidad pero sin ti.
Por ello, me preocupa mirarte,
me enceguece el no verte,
el no poder tocar tu piel –fragilidad vespertina, brisa de Dios-,
guardan silencio mis labios
y en medio de tanta incertidumbre pronuncian
tu nombre místico –ahí en mi loca cabeza-
que es un llamado a la vida,
a cambio vos no apareces, te quedas escondida en
esas montañas tan vivas pero que a lo lejos sufren de quietud,
esas que no te develan
yo me vuelvo un extraño, extraño para mi mismo
y me voy convirtiendo en pluma, en tinta, en hojas y en palabras
y poemas escritos para ti
dueña de la mirada que me hace preocupar.
Samuel Salazar Blandón.