Una vez se lo hubo tragado todo, como era costumbre, se estiró a mi lado, se bajó los pantalones y las bragas quedándose desnuda.
- Caliéntame como te he enseñado.
Yo obedecí y situé mi cabeza entre sus piernas. Empecé por besarle los labios de su coño como si fuera su boca. Luego pasé a recorrer su raja arriba y abajo con mi lengua. Natalia respiraba profundamente mientras le hacía eso. Pasó a gemir cuando encontré su clítoris con mi lengua y se lo froté con fuerza. Eso le gustaba mucho y me apretaba la cabeza contra su cuerpo. Le metí un dedo y vi que estaba muy mojada, más que ningún otro día.
- Ven aquí. Quiero sentirte dentro.
Gateé hasta que nuestros ojos quedaron a la misma altura. Ella dobló un poco las rodillas, me agarró la polla y la situó en la entrada de su coño.
- Despacio al principio, que mi vagina se tiene que hacer a tu pene.
Yo asentí muy obediente y empujé con cuidado hacia delante. Ella estaba muy mojada y mi polla fue entrando con facilidad en su coño. En poco tiempo mis huevos golpearon en Natalia. Suspiré de placer. Se sentía muy caliente y húmedo.
- Mmm... Ya casi había olvidado lo que es tener una polla en tu interior -dijo suspirando. Muevete despacio.
Poco a poco me retiré y volví a empujar, ahí empecé a notar el auténtico placer de follar. El roce de mi polla en su interior me producía un gusto que nunca había sentido antes. Ella se agarraba a mis caderas y me guiaba en el ritmo de la cogida. En poco tiempo aprendí a empujar de manera que ella disfrutara de verdad.
- Más rápido –me pidió Natalia rodeándome con sus piernas.
Aumente sin vacilar mi movimiento y nuestro placer se disparó. Dejamos de gemir para empezar a jadear y gruñir como animales. Ella me agarraba con fuerza la espalda y yo le daba cada vez más fuerte. Cuando presintió mi final dijo:
- Córrete en el fondo de mi coño.
Dicho y hecho, apreté con fuerza mi cuerpo contra el suyo y me corrí por primera vez en el interior de una mujer. Fue un orgasmo fantástico que desencadenó el suyo. Me arañó la espalda mientras gritaba de puro placer. Nuestras espaldas se arquearon y por unos segundos dejamos de respirar. Cuando el clímax pasó me desplomé encima de ella.
- Bésame –me pidió con la voz seca.
Nos besamos como la primera vez durante un largo rato, con mi polla aún dentro de su coño. Por fin me separé un poco de ella y me tumbé a su lado. Al hacerlo mi polla salió de su coño y un pequeño hilo de semen se derramó por su ingle.
- ¿Te ha gustado? –me preguntó apoyando su cabeza en mi pecho.
- Ha sido increíble. Gracias por haber sido mi primera vez.
- No me lo agradezcas, a mí también me ha gustado mucho.
- ¿Esto siempre es así de bueno?
- No, las siguientes veces son mejores.
Desde aquel día las clases de repaso se me hicieron muy largas en espera de poder disfrutar del cuerpo de Natalia. No es que folláramos todas las tardes pero si una o dos veces por semana. Rápidamente aprendí como le gustaba a Natalia y le hacía correrse de placer.
El verano llegaba y me encontré con el último examen del curso. Éste era realmente importante porque contenía el temario que había suspendido en el primer trimestre. Como siempre el día antes del examen tuvimos la acostumbrada charla sobre la recompensa.
- Otro examen, toca otra recompensa. ¿Qué quieres esta vez?
- Nada, ya me has dado más de lo que podía desear. Además, tampoco sabría que pedirte –dije muy sincero.