- Es una tonta - escuché una voz.
- ¿Como entraste?
- Soy la encargada, tengo las llaves de todas las habitaciones - cerrando la puerta.
- No quería hacerlo sin condón.
- Así somos las mujeres, unas les gusta la prevención, y a otras, como yo, la naturalidad - mirándome los ojos y agarrándome la entrepierna, bailando su lengua entre sus labios.


Esta chica no era muy atractiva pero su mirada reflejaba pasión. Sus ojos eran negros opacos, su cabello era negro, medio largo y lo llevaba recogido. Saco mi pene y empezó a metérselo en su boca, sonriendo.


- De lo que se pierde esa rubia. ¿Ya te lo habían mamado antes?
- Una vez - al ir acariciando su cabeza.
- La rubia - mientras no paraba de chupármelo.
- No, otra chica.
- ¿Hace mucho?
- Como seis o siete meses.
- ¿Hace cuanto que no lo haces? - bajándome los pantalones hasta las rodillas, subiéndose a la cama, separando sus piernas y acunclillada se metió mi pene en su vagina, cuyo vello cubría vastamente.


- No lo recuerdo.
- ¿No te has tirado a la rubia?
- No.
- ¿Debes estar gozando conmigo como yo lo estoy haciendo contigo?
- Si - observaba como sus senos saltaban debajo de su saco.
- ¿Te gustan mis tetas? - mientras mi pene se hundía en su bosque de vellos.
- Si.


Entonces se retiro de encima mío y se quitó el saco, liberando un par de senos inmensos, con unos pezones anchos. Se recostó encima de la cama diciéndome:


- Clávamela - me coloque encime de ella, y tomó mi pene erecto llevándoselo y metiéndoselo en la vagina, acomodándoselo.
- Dale, vamos, dale.


Mis caderas golpeaban contra su humanidad y veía sus senos saltar, no pude resistir la tentación y agarre las bases de sus grandes senos, levantándolos cuando su rostro mostraba una satisfacción tremenda cuando llegó su orgasmo.


- ¿Te gustan mis tetas verdad? metela entre mis tetas...sácala de ahí que quiero sentirla entre mis tetas.


Hice lo que me ordenó inmediatamente, coloque mi pene entre sus senos mientras ella los tomaba y los unía para acoger mi pene. Se llevó una de sus manos a la vagina y mojándola en sus jugos, la empapo; luego empezó a lubricarse su pecho con su resbalante sustancia, mi rostro reflejaba que mi venida se acercaba.



El movimiento de aquel frenesí nos volvía loco, al ver como mi miembro desaparecía entre sus pechos, y los colores de su rostro se hacían calurosos.
- No te detengas, dale.


Comencé a soltar chorros sobre su pecho y cara.


- Que rica leche - decía al saborearse los labios.
Me acosté en la cama y ella se acomodo junto a mi lado, besándome un hombro.


- ¿No te vas a secar?
- Dejémoslo ahí un rato.
- ¿Por qué viniste aquí?
- Bueno, vi esa rubia salir con ojos de furia, y me dije: Milena, ahí un tipo en un cuarto, solo, con el corazón roto y con la ilusión de estar con su novia. Por que no te das ese chance de gozar un rato.
- ¿Un rato?
- Bueno, un ratote. No creas que hago esto con todas las personas que vienen aquí. Tengo 19 años y trabajo de diez de la mañana hasta las dos de la mañana; veo matrimonios, novios, parejas de gays, de todo, entran y salen felices. Esta es mi vida, no tengo tiempo para nada, solo trabajo.


- Te debes de aburrir mucho aquí encerrada.
- Bueno, tengo un vicio que es el de leer. Lo hago constantemente, todos los días que estoy trabajando.
- ¿Que te gusta leer?
- De todo - levantándose y secando mi semen con las sabanas.
- ¿Qué haces?
- No te preocupes, yo lavo esto todos los días - y nos empezamos a vestir mientras charlábamos.
- Me decías.
- Ah si, pues leo de todo un poco.
- ¿Y por qué no estudias?
- Tiempo, dinero, muchos factores.
- Si yo tuviera mucho dinero, te pagaría una carrera.
- Hay tan lindo - agarrando mis labios con sus dedos.
- Yo se que algún día la estudiarás.
- Gracias, no siempre escuchas una voz de aliento.