En una noche de junio de los años treinta, en El Paso, Texas, el patrullero de carreteras Allan Falby estaba persiguiendo a un camión que llevaba exceso de velocidad. Cuando el vehículo redujo la marcha y dobló por una curva, el coche de Falby se precipitó contra ella a toda velocidad. Su pierna empezó a sangrarle debido a una arteria seccionada y lo más probable hubiera sido que Falby muriese de no ser por Alfred Smith, un automovilista que pasaba por allí y se detuvo a auxiliarle. Smith aplicó un torniquete en la pierna del patrullero para hacer disminuir la pérdida de sangre hasta que llegase la ambulancia.
Cinco años después de este accidente casi mortal, Falby respondió por la radio del coche a una llamada que pedía auxilio para que se presentara en el lugar de la colisión de un coche. El automóvil había chocado frontalmente contra un árbol y el inconsciente conductor tenía cortada una arteria de la pierna. Recordando su entrenamiento en primeros auxilios, Falby le aplicó en seguida un torniquete, con lo cual salvó la vida de aquel hombre. Luego, tras una inspección más de cerca, se percató de que el conductor herido no era otro que Alfred Smith, el mismo hombre que le había salvado la vida cinco años atrás.