Algunos extraños rituales se derivaron del Flower Power de los años sesenta, pero pocos fueron tan chocantes como la práctica de abrir un agujero en la propia cabeza para conseguir un estado de conciencia más agudo.
La trepanación, perforación artificial del cráneo, fue corriente en algunas sociedades primitivas, por razones no del todo comprendidas. Los motivos de la arriesgada pero no fatal operación fueron probablemente de naturaleza médica y religiosa. Actualmente, los trepanadores sostienen generalmente la misma opinión.
El movimiento moderno empezó en 1962, cuando un médico holandés, Bart Huges, sostuvo que el grado y el estado de la propia conciencia dependía principalmente del volumen de la sangre en el cerebro. Según el doctor Huges, las cosas eran diferentes cuando andábamos a cuatro patas, antes de que adoptásemos la posición erguida que nos distingue de la mayoría de los animales. El problema fue que el cerebro quedó encerrado en una estructura envolvente rígida; peor aún, la gravedad redujo el caudal del oxígeno y de substancias nutritivas que afluyen al cerebro.
La solución dada por Huges al problema fue tomar un taladro eléctrico y remover un pequeño círculo de hueso de su cráneo. Resultado de ello, decía, era una mayor afluencia de sangre y la capacidad del cerebro ahora liberado de palpitar rítmicamente con el corazón. Su conciencia volvía al estado infantil que él pretendía y en el que la mente liberada permanecía en contacto con sus primitivos sueños, imaginación y sensaciones intensas. Los adultos perdían esta capacidad, pensaba Huges, al solidificarse lentamente su cráneo.
Sin embargo, la trepanación como solución de la condición humana no sentó bien a las autoridades holandesas locales, que pronto encerraron a Huges en un manicomio para ser observado. En cambio, sus ideas tuvieron un poco más de éxito entre los pacientes hippies, para quienes cualquier clase de nueva «conciencia» parecía valer la pena de arriesgarse.
El agujero de Huges a través del cráneo, directamente hacia el cerebro, prometía un estímulo mental permanente. Por supuesto, lo difícil era encontrar alguien que realizase la operación, pues los antiguos hechiceros y chamanes escaseaban mucho. La respuesta fue el sueño de todos los hombres mañosos: Hágalo usted mismo.
El principal discípulo de Huges fue Joseph Mellen, un contable londinense que se había graduado en Oxford y conocido al holandés en Ibiza, en 1965. Huges le inculcó la idea de la trepanación. (En aquella época, la filosofía de Huges había sido encerrada en una sola palabra: Brainbloodvolum, volumen de sangre en el cerebro.)
La trepanación practicada por Mellen en su propio cráneo, después de tres intentos fracasados, tuvo tanto «éxito» que más tarde escribió un libro sobre ella, Bore Hole, la primera de cuyas frases resume perfectamente su contenido: «Ésta es la historia de cómo practiqué un agujero en mi cráneo para alcanzar una altura permanente.»
Mellen declaró que la trepanación le había dado una nueva sensación de bienestar que, según afirma, conserva en la actualidad. Su amiga, Amanda Fielding, se sometió también después a esta curación, aunque, en vez de escribir un libro sobre su ordalía, la filmó, titulando "Heartbeat in the Brain" (Latido del Corazón en el Cerebro) a su corta película. Actualmente, los dos modernos trepanadores operan juntos en una galería de arte de Londres.