Las villanas más hot

Lindas y peligrosas. El mal a veces se viste de mujer y, en esos casos, prefiere los atuendos ajustados y brillantes -a veces incluso se disfraza de fantasía cliché. He Aquí, una selección de chicas malas con las que sería un placer tener una pelea cuerpo a cuerpo.





Liz Hurley en Al diablo con el diablo. Encarna al diablo más sensual en la historia del cine. Además, aprovecha la oportunidad para vestirse de algunas de las fantasías masculinas más populares: la colegiala sexy, la mujer policía, mucamita sexy, porrista, un trajecito apretadísimo de cuero en rojo furioso… Nada más tentador que el mismísimo demonio en el cuerpo de esta mujer.




ean Young en Blade runner. En el clásico de culto de la ciencia ficción no podía faltar una villana acorde. Rachel es una chica mala con historia, que se ve reflejada en su mirada triste, lo que la hace humana -aunque no lo sea- y lleva a los espectadores a dudar si es realmente mala o si sólo está en el bando equivocado. Seduce por su vulnerabilidad, combinada con algo de femme fatale del mítico cine negro, y esos trajecitos ajustados o tapados de piel (que la cubren por completo, insinuando lo que no muestran) hacen el resto. Termina yéndose rumbo a un futuro incierto con el villano malo, malísimo de la película.




Uma Thurman en Batman y Robin. Personifica a Hiedra Venenosa (Poison Ivy). Pelirroja, enfundada en un ceñido traje verde, con movimientos sensuales y una mirada despiadada son un cocktail que no puede fallar. Seduce a Batman, a Robin, a los espectadores y probablemente también al acomodador de la sala.



Daryl Hannah en Kill Bill. En una memorable pelea, Uma Thurman (Beatrix Kiddo) le arranca un ojo a esta villana descarnada. La combinación del uniforme de enfermera con el parche en el ojo derecho al mejor estilo pirata del Caribe resulta irresistible en el caso de esta rubia que sigue siendo una bomba a pesar de estar cerca de los 50. ¿Cómo olvidarla jeringa en mano, lista para hacer lo que más disfruta: envenenar a sus víctimas?




Katherine Zeta Jones en El amor cuesta caro. Come hombres de libro, su plato preferido son los millonarios, con los que casa para quedarse con sus fortunas o, por lo menos, con el 50%. Aún así, conserva el sex appeal y el misterio mientras enamora incluso al abogado de divorcios más cínico (George Clooney). Es una de las tantas razones por las que vale la pena ver esta comedia romántica de los hermanitos Cohen, y volver a verla cada vez que la pasan por cable.




Rosario Dawson en Ciudad del pecado (Sin City). Se trata de la reina de las prostitutas en esta extraña versión de la ciudad del pecado según Frank Miller y Robert Rodríguez. Con esta sí que no hay que meterse: aunque su sensualidad es a prueba de balas, vos probablemente no. Es de las que destruyen en minutos, sin siquiera despeinarse, al mejor estilo James Bond.




Sharon Stone en Bajos instintos. Todos tenemos la misma imagen en mente en este momento, ¿no? Una de las escenas más recordadas del cine de los años noventa. Para algunos, incluso, fue la primera vez que vieron a una mujer "al descubierto" y en pantalla gigante; para los demás, por lo menos una escena y una dama para el recuerdo por pionera, por inesperada y por sexy.






Michelle Pfeiffer como Gatúbela, en Batman regresa. Está claro que Michelle es hermosa, perfecta, siempre -dónde sea, cómo sea- pero, como felina peligrosa, con catsuit negro de vinilo brillante, bajo la también brillante conducción de Tim Burton, está más sensual que nunca. Su belleza es su arma más letal.




Sienna Miller en G. I. Joe. En el rol de la Baronesa, la vemos, por primera vez, en su versión morocha, enfundada en cuero negro de pies a cabeza –un combo que le queda fantástico. ¿Quién hubiera dicho que la dulce Sienna podía transformarse en una sanguinaria y oscura asesina de sensualidad mortifera?




Zooey Deschanel en 500 días con ella. Una villana moderna, el personaje de Summer no es la típica chica de al lado, ni la protagonista tradicional de una comedia romántica -menos que menos una malvada común y silvestre. Se trata de una mujer tal vez demasiado verosímil, con la misma capacidad para hacerte sentir un dios que para romperte el corazón. El problema es que no sabés cuál de las dos posibilidades te tocará en suerte. Igual de impredecible que la vida misma e igual de aterradora.