El Maleo (Macrocephalon maleo) es un ave bastante extraña. Habita de forma casi exclusiva en la isla de Silawesi, en Indonesia, donde su número es cada vez menor debido, principalmente, a causa del hombre.

La característica más sobresaliente de esta ave es que, justo después de haber roto el cascarón, es capaz de correr o de volar, si es necesario. Todo ello con el fin de protegerse de sus depredadores naturales como los lagartos, las serpientes pitón, los gatos y los cerdos salvajes que merodean por la isla.

La madre del maleo entierra los huevos en la arena y después se olvida de ellos. Dichos huevos son grandes, aproximadamente 5 veces el tamaño de un huevo de gallina normal (de ahí que los isleños los aprecien tanto). Una vez que salen del cascarón (incubados tanto por el sol como por las fuentes termales subterráneas), los polluelos se abren paso a la superficie y corren o vuelan hacia la protección de los árboles, donde es menos probable que sean presa de los depredadores.



A pesar de que desde 1972 se encuentran bajo la protección del gobierno de Indonesia, su número ha ido disminuyendo paulatinamente. Los maleos siempre van en pareja, ya que son monógamos y permanecen cerca de su compañero todo el tiempo. Llegan a medir unos 55 cm de largo y su dieta consiste principalmente de frutas, semillas, hormigas, termitas, escarabajos y otros invertebrados.



Es el único sobreviviente del género Macrocephalon y es probable que pronto deje de existir, ya que paulatinamente los sitios donde anidan se han ido reduciendo. A principios de este año (2009), la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (EU) compró 40 acres de playa para dedicarlos exclusivamente al anidamiento de esta especie, pero estos esfuerzos podrían ser insuficientes si los isleños se empeñan en recolectar sus huevos.