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Antiguo 11-12-2009 , 07:25:57   #34
ernestor170
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Predeterminado Respuesta: Historia de una esposa ejemplar por Paulina Angel.

aca les dejo la parte V

Nunca me habían gustado las mujeres, y a pesar de haberme acostado con Ana y la puta brasilera que me había contratado Pablo, me resultaba placentero... Pero de ahí a volverme plenamente bisexual me parecía una locura. A propósito de él, lo llamé y le dije que no quería volver a verlo porque amaba a mi marido y no me parecía bien seguir siendo una cachona.

Llegó el fin de semana y el sábado fui con Ana a comprar ropa en boutiques típicas del público gay en la Zona Rosa. Nos compramos unos jeans estilo vaquero bien apretados, chaquetas, pañoletas para la cabeza, tangas y brasieres de colores, pulseras y aretes, botas texanas, ETC... Según ella, nos teníamos que poner a la moda gay para dar una apariencia hippie y más juvenil. Luego fuimos a comer a un restaurante y Ana me empezó a dar instrucciones: me aconsejó maquillarme lo más provocativa posible, que me pusiera la ropa que habíamos comprado y finalmente me dijo iba a empezar a presentarme como su novia; que ella iba a hacer el papel de marimacho y yo el de su putica complaciente.

Por la tarde fui cine al Andino con Sebastián, mi esposo, y mi hijo. Al regresar al apartamento, me bañé y comencé a vestirme con la ropa que había comprado: Me puse una tanguita y un brasier rojizo, una blusa blanca escotada que transparentaba el brasier, un jean estilo vaquero azul clarito desgastado y bien descaderado que marcaba la raja de mi cuquita, sujetado por un cinturón dorado. Entre el descaderado y la blusita se me veía el piercing del ombligo y la mitad de mi corazón tatuado sobre el pubis, además de las tiritas de la tanga. Para terminar, me puse unas botas texanas con que hacían juego con el cinturón. Posteriormente me maquillé en tonos rojos llamativos y me pinté las uñas del mismo color. El pelo me cogí con una pañoleta que hacía juego con un bolso de charol rojo.

Cuando salí del baño, Sebastián se quedó mirándome y me preguntó para dónde iba vestida como una niñita de 15 años. Le contesté que había quedado de salir a tomarme un par de coctelitos con Ana y que no me esperara despierto, que me vestía así porque apenas tenía 28 años y todavía era muy joven. Se puso muy bravo y me dijo que parecía un puta de campo. Salí tirando la puerta, cogí el carro y me fui a recoger a Ana. Ella iba vestida casi igual a mi, pero más tipo hombre: sin mostrar la cintura, con el pelo totalmente recogido, engominado y sin maquillaje.

Ya casi eran las 11 de la noche. Nos fuimos por la vía a La Calera y en el camino me iba dando instrucciones que le siguiera el cuento todo el tiempo. Llegamos a un bar gay llamado "Jinetes", que queda un poco antes de llegar al peaje; allí había hombres y mujeres por igual. Sin embargo, me di cuenta que al entrar únicamente se nos quedaron viendo puras viejas. La verdad es que yo debía ser un bocado muy apetitoso para cualquier lesbiana, y los hombres que estaban en el lugar debían ser todos gays.

Nos hicimos en la barra y pedimos un par de whiskys, prendimos dos cigarrillos y Ana empezó a estudiar a las mujeres. Se fijó en dos que eran bastante lindas, con el pelo cortico y buen cuerpo, vestidas como hombres. Tenían pocas tetas, pero eran bien flaquitas y atléticas. Ana me cogió la mano y nos fuimos cerquita donde estaban ellas. Mientras nos tomábamos el trago, me dijo que esa noche me entregaría a esas dos viejas; que íbamos a empezar a calentarlas.

Ana empezó a meterme la mano, a besarme metiéndome la lengua bien adentro, a tocarme las tetas... Estuvimos en esas como unos 20 minutos. Luego me mandó al baño y me dijo que cuando volviera ya iba a estar hablando con ellas. En el baño me miré en el espejo y me sentía extraña, nunca en mi vida me había vestido de una forma tan vulgar... Sebastián tenía razón, parecía una niñata de Instituto Calientavergas. Prendí otro cigarrillo y me dirigí hacia ellas. La música estaba durísima, entonces Ana se me acercó al oído diciéndome: "Les dije que eres una niña superbien de papi y que yo soy tu novia. También que tienes 24 años, que estudias Comunicación Social en la Javeriana y que vives en un apartamento en Los Rosales que paga tu papá". El hecho es que Ana había preparado el terreno para que las dos lesbianas me comieran toda la noche.

Nos presentó, se llamaban Rosa y Belén... Al parecer eran nombres ficticios como suelen hacer las lesbianas en esos bares. Pedimos más whisky y empezamos a hablar, se veía que tenían un nivel cultural medio-bajo; una trabajaba en un Hospital y la otra en un restaurante. No pararon un solo instante de decirle a Ana que tenía una novia divina, que qué cuerpo, que qué labios tan sensuales, ETC. Nos recorrimos todos los rincones del sitio y me estuvieron tocando descaradamente toda la noche; aparte, una de ellas siempre me acompañaba al baño para verme.

Cuando cerraron el sitio a las 4:30 de la mañana, yo ya estaba muy mareada de tanto whisky. Entonces Ana propuso que fuéramos a mi apartamento (en realidad era el de ella) para tomarnos los últimos tragos. Cuando las dos lesbianas vieron mi carro dijeron: "Vaya, vaya! La niñita de papi, mientras se dedica a putear por ahí, su papito le regala un Volskwagen Concept y le paga un apartamento en Los Rosales". Como yo no podía ni manejar, Ana se hizo adelante y me mandó para atrás con las dos 'lesbis'. No dejaron de manosearme todo el camino, me besaban metiéndome la lengua hasta el fondo, me tocaban las tetas el culo y la cuca. Lo que en un principio me había dado miedo me estaba llenando plenamente de satisfacción, aquello me fascinaba.

Al llegar al apartamento, se me tiraron encima y empezaron a quitarme la ropa, aunque eso sí con bastante cuidado; primero la chaqueta estilo 'cowboy', y luego, mientras una me quitaba la blusa y el brasier, la otra hacía lo propio con los descaderados y la tanga. Se quedaron anonadadas al ver mi vagina depilada con el tatuaje encima en forma de corazón. Ana les contó que me había tatuado y me había puesto el piercing en el ombligo por ella, y que me depilaba la cuca porque me obligaba.

Me tiraron a la cama y empezaron a desvestirse, incluida Ana. Me pusieron en cuatro y me vendaron los ojos para que no pudiera ver nada. Hablaban y hablaban entre ellas, cuando sentí una que acariciaban mis nalgas y tetas. Me inquietaba saber cuál de las viejas me estaba tocando. Luego comencé a sentir una lengua que me lamía mi vagina. Después volví a sentir unas manos sobre mis nalgas, pero esta vez me las separaban y empezaban a introducir un consolador.

Alguien me agarró del pelo y me puso una mano encima de la cola, luego empezó a jalarme con fuerza hacia atrás haciendo que el consolador entrara íntegro por mi culo. El 'juguete' iba entrando como si fuera una verga de 25 centímetros. Por los movimientos y la forma como me clavaban, el consolador que estaban utilizando debía ser de esos de cinturón que amarran a la cintura. Minutos después, una de las viejas abrió las piernas y me metió la cabeza en medio de ellas para que le chupara la cuca. No estaba depilada, por consiguiente no era la de Ana. La escena era que una me comía por detrás mientras le hacía sexo oral a la otra. Como podía aguantaba las embestidas de la que me culeaba sin cuidado alguno, como si quisiera hacerme daño... Como queriendo desgarrarme la vagina. Las embestidas eran cada vez más fuertes y profundas, logrando que finalmente me viniera. Ni hablar de la cuca que tenía en mi boca, pues se vino casi que al mismo tiempo.

Al poco rato hicieron lo mismo pero intercambiando puestos. Esta vez me daban por el culo, cosa que me hizo mucho daño debido a que el consolador sólo estaba lubricado por mis fluidos vaginales. El mete y saca era fortísimo, la que lo hacía, lo hacía con todas sus ganas. Mientras tanto Ana gozaba masturbándose. Después de que las dos 'lesbis' se volvieron a venir, me hicieron la doble penetración con dos consoladores: uno por el culo y otro por la cuca... Nunca había hecho algo así, ni siquiera con dos hombres, y con dos consoladores de ese tamaño era mucho más doloroso. Me los clavaron sin contemplaciones y pegué un grito de dolor. Por su parte Ana las animanaba diciéndoles que eso me encantaba.

Ana abrió sus piernas en frente de cara y me ordenó chupársela. Daba gusto lamer una cuca depilada, no como las de las otras dos mujeres, que estaban con pelo. Sentía los dos consoladores tocándose adentro de mis entrañas, en unos 10 minutos ya estaba bastante dilatada, y empecé a gozar realmente. La verdad es que era un objeto de lujuria total para aquellas tres mujeres, con mis tres huecos dando placer. Después de 20 minutos de mete y saca y varios orgasmos, se salieron de mí. Me dí cuenta que satisfacer a los hombres era más fácil porque se vienen una vez y se demoran en recuperarse para volver a la acción; en cambio, las mujeres podemos hacerlo varias veces sin parar... Quizás por eso estuvieron dándome hasta el cansancio.

Eran las 6 de la mañana, se vistieron y felicitaron una vez más a Ana por el pedazo de zorra que tenía de novia. Me dieron dos besos en la boca y dijeron: "Esto hay que repetirlo mi vida". Nos quedamos Ana y yo, ella prendió un cigarrillo y me dio un beso: "Mi amor, estoy orgullosa de ti, me encantó que hubieras probado lo que era acostarse con lesbianas tipo marimacho. Este era un paso muy importante para ti y a partir de ahora te voy a buscar unas más femeninas". La verdad es que ahora me gustan las mujeres tanto como los hombres, pero no términos medios; es decir, mujeres como yo, femeninas en su manera de comportarse y vestir, no marimachos.

Me iba a meter a bañar antes de volver a casa, pero Ana me dijo que no lo hiciera, que quería que me sintiera sucia cuando llegara y que no tenía por qué preocuparme ya que no había restos de sémen en mi cuerpo. Recogí la ropa del suelo y me vestí. Cogí el carro y me fui, ya se me había pasado la borrachera y estaba muy enguayabada, terriblemente cansada y adolorida. Miré el reloj, eran las 7 de la mañana, saqué el celular de la cartera y tenía 9 llamadas perdidas de Sebastián. Pensé que si me estaba esperando despierto, si no me mandaba a la mierda no lo haría nunca.

Cuando llegué al sótano del edificio me miré en el espejo del carro. Estaba hecha nada, tenía todo el maquillaje corrido y unas ojeras como nunca había tenido. Mi aliento era de cigarrillo y whisky. Entré intentando no hacer ruido, pero era difícil con los tacones que tenía; de repente prendieron la luz y apareció mi marido en piyama, con una cara de mal genio terrible. Sin mediar palabra me pegó una cachetada de ida y vuelta. "Eres la peor zorra que he conocido! Perra inmunda! No entiendo cómo una mujer puede cambiar tanto en tan poco tiempo?!"

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ERNESTOR170 ..Perfectirijilloo
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