EL TRIUNFO ANOCHE 2-1 sobre Junior, con doblete de Luis F. Mosquera, clasificó anticipadamente al DIM para la final. Noche inolvidable para el morocho volante vallecaucano. Los rojos vuelven a una final, como el año pasado.
Brincaban, se apretaban los cuerpos, se lanzaban encima como si fueran parte de una pirámide humana. Leonel apretaba los puños y fruncía el ceño. Parecían niños girando como zombies en la cancha. Alzaban los brazos, agradecían a Dios. Se cargaban los unos a los otros.
La felicidad era total en la cancha donde segundos antes acababan de sentenciar un partido y el paso, anticipado, a la gran final del fútbol colombiano.
Noventa minutos antes, uno de esos hinchas junioristas lo había presagiado: "...erda, este Junior de hoy tiene la misma pinta y la misma sobradez con que jugó ante Caldas en junio". Y así fue, porque el carnaval barranquillero tuvo que aplazarse de nuevo, esta vez por culpa del Independiente Medellín.
Con la diferencia de que en esta ocasión el rival continúa feliz en la búsqueda de su quinta estrella y el local entristece la Navidad de los atlanticenses, porque se quedaron lejos de la Copa Mustang II dejando muchas dudas en su fútbol, especialmente en el complemento.
La felicidad de los jugadores, cuerpo técnico, ayudantes y directivos del rojo paisa contrastaba con el llanto de Giovanni Hernández, impotente en la mitad de campo cuando el juez determinó el final del partido.
El conjunto escarlata de Antioquia, jugando de manera inteligente al dejar que su contendor se desgastara en el primer tiempo y siendo muy efectivo en la complementaria, ganó el compromiso 2-1 para ratificar que es el mejor equipo de este semestre y de la semifinal, pues ajustó la tercera victoria en línea de visitante.
Luis Fernando Mosquera tuvo una noche de sensación. A los 57, de tiro libre con la complicidad del portero Didier Muñoz, y a los 74 con un zapatazo fuera del área, completó la gran faena del DIM que pone a soñar a sus hinchas con la quinta estrella, esa que le fue esquiva el año pasado cuando no tuvo suerte frente al América.
El sonoro aplauso de los hinchas tiburones, cerca de 40.000, fue el justo reconocimiento a un equipo que no se asustó cuando el rival le empató transitoriamente con un remate de Alexánder Jaramillo, quien se forjó en el DIM, a los 67, y que en los momentos difíciles tuvo en Aldo Bobadilla como su salvador.
Animado por las dos atajadotas de su portero a Jorge Casanova y Giovanny Hernández, el poderoso fue letal en el contragolpe y con Mosquera, que como los genios se iluminó en el momento ideal, consiguió tres puntos para adelantarles la Navidad a sus fieles, que acá fueron pocos pero que desde anoche estallaron en júbilo con la posibilidad de otro título.
Manejar el partido y evitar que los tiburones le hicieran daño fue la consigna impartida por el técnico Leonel Álvarez en el camerino norte, como si estuviera en el Atanasio Girardot, al ritmo de la salsa romántica sintonizada por Juan Esteban Ortiz.
Y aunque no sonó la canción de Alfredo Gutiérrez, en Barranquilla el DIM ratificó que es poderoso, pues clasificó con inteligencia, fútbol y goles, pese a que los tiburones tenían armado el carnaval, ese que se prendió con las luces de bengala al comienzo del partido, pero que se apagó con el triunfo del equipo rojo de Antioquia.
62 puntos en la reclasificación completó el Medellín en esta temporada. Va de tercero.