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Antiguo 30-11-2009 , 12:42:46   #2
jandresom
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Predeterminado Respuesta: El saqueo de la universidad pública

... Y GARROTE PARA LAS UNIVERSIDADES PUBLICAS

El viernes 16 de octubre, un día antes del consejo comunitario contra la corrupción (lo cual suena a un mal chiste) en el que se iba a tratar el tema del AIS y se dejo hablar al delincuente de marras que había ejercido como Ministro de Agricultura, aconteció un hecho vergonzoso, como muestra del carácter brutal e ignorante de este régimen, cuando fue invadida la universidad nacional por las fuerzas represivas con la orden directa de la Presidencia de la República y en las horas de la noche entró, como si penetrara en un campo de batalla, AUV a mancillar los predios de la Universidad Nacional. Este hecho, amplificado por los incondicionales medios de comunicación al servicio de la delincuencia oficial, contrasta con el mencionado consejo comunitario, en el cual se les dio tribuna a los responsables del agro robo seguro, porque nunca se quiso escuchar a los estudiantes ni analizar sus justos reclamos.

Antes por el contrario, el Juez Supremo que rige este embrutecido país, un personaje que tiene la potestad de sindicar, acusar, juzgar, condenar y ejecutar las condenas a través de los micrófonos y cámaras de televisión, procedió a dictar sentencia contra los estudiantes, acusándolos de delincuentes y criminales que había secuestrado al “indefenso rector” (un pretexto cada vez más frecuente por parte de los incondicionales rectores uribistas, como ha sucedido también en la Universidad Pedagógica Nacional), e incluso llegó a ofrecer la suma de 50 millones de pesos a quienes dieran información de los “delincuentes” que habían organizado la protesta, la cual paso a ser catalogada de secuestro por el “notable” jurista paisa.

El invasor de la Casa de Nariño ingresó a los predios de la Universidad Nacional como cuando un matón de pueblo entraba a una de las cantinas del lejano oeste, atropellando todo lo que encontraba a su paso, vociferando y dando ordenes para que se cumplieran sus designios y demostrar que es el “mero macho”, algo así como el Mantoncísimo Kid, según el argot mejicano, que tanto les gusta a los hacendados y gamonales que desfilan en briosos caballos en sus latifundios y con sus peones al lado.

Con este hecho atrabiliario, propio de aquellos que como el tenebroso Ministro de Propaganda nazi Joseph Goebbels , piensan que “cuando me hablan de cultura desenfundo mi pistola”, se pretendió desviar la atención del verdadero problema de la Universidad Nacional y de todas las universidades públicas, es decir, de su crisis interna, motivada por la desfinanciación a que ha sido sometida por parte del Estado colombiano en las últimas décadas. Esa crisis presupuestaria se ha ahondado en los últimos 7 años, con la “revolución educativa”, otra mentira de este desgobierno, con la cual ha aumentado la cobertura de las universidades publicas, al tiempo que se reducen sus presupuestos, porque los gobiernos colombianos desde 1992 ni siquiera aplican lo estipulado en la Ley 30 en cuanto a la transferencia de los recursos por el Estado central de acuerdo al Índice de Precios al Consumidor. Como resultado, en estos momentos se les adeuda a las 33 universidades públicas la suma de 492 mil millones de pesos, una cifra que bien se había podido cubrir con los subsidios concedidos a los ricos vía agro robo seguro.

Como consecuencia de la desfinanciación, en la práctica esas universidades se han ido privatizando, mediante el aumento del costo de matriculas, la venta de servicios, la comercialización del bienestar y de las investigaciones y la constitución de otra universidad paralela, más costosa todavía, dedicada a posgrados. Todo esto, por supuesto, ha repercutido en la perdida de nivel académico en esas instituciones, muchas de las cuales están superpobladas, su planta física se ha tugurizado, y no cuentan con bibliotecas actualizadas ni con laboratorios adecuados. Además, ha aumentado la flexibilización docente, con la reducción de los profesores de planta y la generalización de los catedráticos, mal pagos y sin ningún incentivo para permanecer en las universidades.

El problema presupuestal es un resultado de una política educativa antinacional, impulsada por este régimen, que busca desangrar y terminar por sustracción de materia a las instituciones educativas, así como con todo aquello que suponga un gasto social por parte del Estado, mientras que, al mismo tiempo, se refuerzan los gastos militares, como puede demostrarse con algunos datos: en el presupuesto aprobado para el 2010, se gasta el 14.9% del mismo en la guerra, y sólo el 1,5% en educación superior, que comprende además de la universitaria, la técnica y la tecnológica; en ese mismo presupuesto el gasto militar de 20.9 billones de pesos, representa 35 veces lo que se necesitaría para solucionar los problemas financieros de la universidad (unos 600 mil millones); la formación de un soldado profesional le cuesta al Estado 60 millones de pesos y la formación de un estudiante universitario sólo 8 millones de pesos…

Sin embargo, el usurpador de la Casa de Nariño y su Ministra de la Ignorancia, la sargenta María Cecilia Vélez, sostienen que no hay dinero porque estamos en crisis, hay pocos recursos y las universidades deben ser más eficientes y funcionar con lo poco que el Estado les transfiere. La pretendida eficiencia si no se le aplica a los dineros regalados a los ricos, como agro robo seguro, ni a todas las otras fuentes de corrupción y subsidio propias de este régimen, como a las zonas francas entregadas a los hijos de Uribe, o a las 70 notarias entregadas para asegurar la reelección, o a la compra de 85 paramentarios para que aprobaran la segunda reelección y mil porquerías más.

Como la militarización cunde en esta sociedad, a la universidad pública en lugar de darle recursos económicos para su normal funcionamiento se le militariza, se invaden sus predios, se persigue a los estudiantes, profesores y trabajadores que piensan y protestan y se presenta ante la entupida opinión pública la idea que esas instituciones son un santuario de delincuentes que hay que acabar rápido y como sea.

En conclusión, en tiempos de mentira e infamia generalizadas como las que nos ha tocado soportar en Colombia, vivimos el mundo al revés, un estado invertido al servicio de unos pocos, en el cual los pobres que necesitan subsidios del Estado para desarrollar empresa y crear riquezas son los terratenientes, los banqueros y los capitalistas, mientras que los ricos y pudientes que no merecen ninguna ayuda son los pocos pobres que todavía estudian en las universidades públicas, pues son unos privilegiados y unos delincuentes que despilfarran los recursos públicos. Al fin y al cabo, que más puede pedirse en un país donde los traquetos reinan, con las reinas de belleza, y resulta mejor ser policía, militar o mafioso que un simple estudiante o profesor universitario.

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