Para graduarse como Comando Especial, el ejército tenía que hacerles la última prueba a los únicos tres que habían terminado el curso. Los llevaron hasta una casa muy alejada en donde vivía una abuelita completamente sola y tenían que entrar una por uno y dispararle a quemarropa los seis tiros de un revólver y matarla.
Cuando el primero oyó la orden, se negó rotundamente a hacerlo y lo reprobaron inmediatamente.
El segundo entró en la casa pero al verla tan fragil salió sin poder cumplir su cometido y también fue reprobado.
El tercero entró en la casa e inmediatamente se escucharon los seis disparos, pero tardó en salir como 20 minutos. Cuando al fin salió, el comandante le preguntó por qué se había demorado tanto, a lo que él respondió:
- Es que algún bobo me dio el revólver solo con balas de salva...
¡¡y me tocó ahorcar a la desgraciada vieja||