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Antiguo 19-11-2009 , 11:34:41   #30
ernestor170
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Predeterminado Respuesta: Historia de una esposa ejemplar por Paulina Angel.

Cuando íbamos a salir, Sebastián, me dijo que parecía una puta por la forma como iba vestida. Estaba muy maquillada y llevaba mi piercing en el ombligo, el pelo lo llevaba recogido y engominado, acentuando los ahora marcados rasgos de mi cara. Al llegar al restaurante, Harry Sasson, me quité el abrigo y todo el mundo se quedó mirándome; Luis Eduardo y su novia, que no me veían de desde diciembre, se quedaron embobados sobretodo al verme la cara. Me dijeron que parecía otra, que estaba más linda e irreconocible.



La noche transcurrió normalmente, yo le pegaba miraditas insinuantes a Luis Eduardo, que estaba al frente mío. Le pasaba mis pies por sus piernas hasta llegar a su paquete, me quité un zapato y empecé a frotárselo rítmicamente, hasta que se le puso durísimo. Su cara era indescriptible y yo lo miraba fumándome un cigarrillo entreabriendo la boca y pasando la lengua por mis labios. Cuando llegaron los postres, mi cuñado se fue al baño; esperé 20 segundos y fui tras él. Luego llamé a Ana al celular y le conté que se la iba a chupar. Su respuesta fue que me masturbara mientras se lo mamaba porque quería oírme gemir... Yo ya no me negaba a nada, además no tenía tiempo para hablar con ella, tenía que encontrar urgentemente a Luis Eduardo.

Estaba nerviosísima, la situación era demasiado aberrante, era como si estuviera soñando, ¿Cómo reaccionaría mi cuñado? ¿Y si a Sebastián le daba por ir al baño también?... ETC... Abrí la puerta del baño de hombres, con tan buena suerte que sólo estaba Luis Eduardo y me le metí adentro poniendo el pasador. Se la estaba sacudiendo y cuando se estaba cerrando la bragueta, me miró sorprendido preguntando por qué estaba ahí. "Me vine para acabar lo que empecé en la mesa", contesté y me arrodillé, dejando mi cartera con el celular activado para que Ana oyera todo.

Le bajé la cremallera y luego los boxers. Ya lo tenía paradísimo y me lo metí en la boca, luego, con la mano que tenía libre, me subí el vestido, me corrí la tanga y comencé a masturbarme. Era la primera mamada oficial con mis labios nuevos, y la verdad es que con el engrosamiento me estaba dando cuenta que era más fácil chupar un buen pene.

Luis Eduardo estaba como en otra galaxia, como no dando crédito a lo que veía... "¡Pero Paulina! ¿Te volviste loca o qué? ¡Qué tal que entre alguien, qué tal que entre Sebastián!". Yo sabía que no podía perder el tiempo, no podía demorarme más de 10 minutos antes que nuestras parejas empezaran a sospechar. Me la tragaba desenfrenadamente para que se viniera lo antes posible y al ratico eyaculó un torrente de leche en mi boca tragándomela toda. Durante el tiempo que duró todo, no deje de mirarlo a los ojos como me enseñó Diego. Con mi masturbación me vine delicioso y luego le limpié bien la verga con la boca. Luis Eduardo estaba ido, le tuve que acomodar los boxers y subirle los pantalones. "Te conozco desde que tenemos 18 años y jamás pensé que fueras así", dijo. Le di un beso en la boca, metiéndole la lengua hasta el fondo, y sólo atiné a decirle que lo quería volver a hacer pero con más calma.

Salió del baño y cuando salí yo, había un señor de mediana edad, que me vio con cara de extrañado. Luis Eduardo se fue a la mesa y yo al baño de mujeres para arreglarme un poco. De ahí llamé a Ana a su celular y me confirmó que había oído todo, que estaba orgullosa de mí por lo bandida que era. Creo que de todas las cosas que Diego y Ana me habían mandado a hacer hasta ese momento, esa fue la que más me rebajó: chuparle la verga a mi cuñado en un baño público mientras nuestras parejas nos esperaban afuera. Fue demasiado... Este suceso consiguió acabar con el último resquicio de moralidad que quedaba en mí.

Me pinté de nuevo mis gruesos labios, me enjuagué la boca, prendí un cigarrillo y arranqué decidida a la mesa, esbozando una amplia sonrisa. Luis Eduardo, en cambio, se veía un poco achantando. Pedimos vino y empezamos a hablar de ropa, compras y frivolidades con la novia de mi cuñado. Mientras tanto, Sebastián y Luis hablaban de fútbol. Luego nos fuimos para Gótica y seguimos tomando hasta bien tarde. No me cansé de bailar sola provocando a los tipos, ya que ellos se habían quedado en uno de los sofás hablando. Casi a las 6 de la mañana nos despedimos y nos fuimos cada uno para su casa. Cuando llegamos a nuestro cuarto tenía ganas de tirar con Sebastián, pero el pobre estaba tan borracho que no se le paraba y me tocó ir al baño a masturbarme.

El lunes Luis Eduardo me llamó al celular, se notaba que tenía ganas de repetir, y quedamos en salir a comer; cumpliendo así los deseos de Ana. Cuando estábamos comiendo, no paré de calentarle la cabeza, diciéndole que me había casado con Sebastián pero que lo quería era a él, que era un hombre con una personalidad espectacular y que quería conocerlo mejor. Lo tenía loco porque llevaba un vestidito que marcaba mis tetas y el culo. Pagó la cuenta y le dije que nos fuéramos para un apartamento que tenía mi empresa con el fin de terminar lo que habíamos empezado el viernes. En realidad fuimos al apartamento de Ana, para que viera todo... Luego me enteré que me había filmado culeando con Luis Eduardo.

Cuando llegamos al apartamento de Ana, Luis Eduardo me besó metiéndome la lengua. Los primeros besos fueron tiernos, sin embargo yo le dije que lo que me gustaba era que me comieran duro, tratándome como una puta y que por eso le ponía los cachos a Sebastián. Lo empujé contra la cama y empecé a desvestirme sensualmente. Lentamente y sin dejar de moverme, me fui desabrochando botón a botón la blusa dejando ver el brasier. Luego me lo quité y se lo tiré en la cara. Me bajé la cremallera de la minifalda y poco a poco la fui deslizando hasta mis pies; hice lo mismo con mis tanguita azul transparente. Después me quité los tacones y quedé únicamente con los ligueros. Me acerqué a la cama caminando en cuatro como una gata en celo y le di un beso. Todo esto lo hacía sin dejar de mover circularmente mi culo.

Posteriormente me puse encima de él, dándole la espalda para que tuviera una perfecta visión de mi culo. Mis tetas estaban deliciosas y mis pezones puntiagudos y duros. Le dije que por el momento no eran muy grandes, pues me las iba a operar para tenerlas talla 36C. Nos recostamos en la cama y comencé darle besos en sus güevas; jugaba con mi lengua con ellas, le lamí el culo, le metí un dedo, y luego subí hasta encontrar la cabeza. Abrí la boca todo lo que pude y poco a poco me la fui introduciendo, me la restregaba en labios carnosos. Succioné de nuevo todo el pene y cuando consideré que me había acostumbrado a su grosor, comencé a meterla y a sacarla de mi boca con todas mis ganas. A veces la metía del todo, otras la sacaba del todo para dedicarme íntegramente a la punta.

Luis Eduardo no paraba de quejarse. Le puse mi cuca en su boca y lo incité a comérmela diciéndole que me la había depilado para él. Empezó a chupármela, pero se veía que nunca lo había hecho, así que me tocó darle instrucciones y al final aprobó las lecciones dándome un orgasmo. Yo sabía que si seguía mamándosela no iba a aguantar mucho, entonces me le monté de frente y me la clavé en la vagina hasta los güevas, sin condón; después de todo era mi cuñadito. Lo cabalgaba mientras él me tocaba las tetas y las trataba de besar. Cuando se derramó finalmente, me la saqué y se la limpié todita con la lengua.

Nos quedamos abrazados y prendimos un cigarrillo; yo no paraba de tocarlo y besarlo, al tiempo que le decía que nunca me habían comido así. Estaba siendo puta con él para que se le volviera a parar. Cuando se le paró de nuevo, me puse en cuatro y le dije que me comiera por detrás... Su cara era de sorpresa, todo un poema, seguramente nunca se había culeado a una mujer por el culo. Por fin se decidió a metérmela, con cierta dificultad, y yo empecé a culear hacia adelante y hacia atrás marcando el ritmo. 10 minutos después, cuando sentí que iba a venirme aumenté el ritmo. Luis Eduardo también estaba próximo y cuando notó que yo aumentaba el ritmo me ayudó un poco. Apenas me llegó el orgasmo, se derramó en mis intestinos. Me había llenado todo el culo de sémen, entonces me volteé y mirándolo a los ojos se lo volví a limpiar.

Quedamos cansados, sobre la cama, y mi cuñado me dijo que estaba dispuesto a dejar todo por mi; a lo que yo le contesté que me fascinaba tirar pero sin compromisos. Todo el tiempo que estuvimos haciéndolo, casi tres horas, Ana estuvo ahí, viendo todo. Luis Eduardo se paró de la cama y se fue a bañar, yo me quedé acostada con las piernas abiertas destilando semen por mis dos huecos y pensando... Dándome cuenta que mi matrimonio no tardaría mucho en irse a la mierda.

Mientras Luis Eduardo se vestía, yo seguía sin ropa excitándolo como cualquier puta. Me dijo que quería repetirlo y que lo llamara, que nunca había conocido una mujer tan perra y que lo sentía por su hermano. Se puso la chaqueta y se fue.

Cuando Ana salió de su escondite en la habitación contigua me dijo que Diego lo iba a tener muy fácil en el próximo trimestre cuando me formara en el arte de dar a placer a los hombres, pero que lo que ahora venía era más difícil para una mujer que no haya nacido lesbiana, y que yo me convertiría en una bisexual de verdad; aparte conseguiría que me excitara tanto al ver un hombre como una a mujer atractivos. Esto implicaría que siempre pensaría en el sexo ya que me gustarían ambos géneros por igual. Me dijo que me presentaría en clubes gay como amiga suya y lesbiana convencida; de las que hacen el papel de mujer, no de marimacho.

"A Luis Eduardo te lo comerás el día de su boda en pleno buffet y a tu marido le restringirás el sexo", ordenó Ana. Le contesté que era difícil porque prácticamente era lo único que ahora me unía a él. Entonces me dijo que ya sabía, pero que mi matrimonio estaba en picada, y que en estos dos meses quería que me concentrara en las mujeres. Además me obligó a abrir a mi otro amigo, Pablo.

Ya eran las diez de la noche, Ana me dijo que le chupara la cuca, ya que después de mi numerito con Luis Eduardo estaba muy caliente. La verdad es que estaba encharcada y se la comí complacida como nunca. Después me bañé y me fui para mi apartamento despidiéndome con un largo beso en la boca.

FIN PARTE IV

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