Aunque no se conoce bien el origen del beso en la historia del hombre, se han encontrado registros en piedra de esta actividad hasta 2500 años A.C. Desde entonces y hasta ahora han sido múltiples los significados que han dado las diferentes culturas a la unión de los labios.

Como dato histórico interesante les cuento que hasta la segunda mitad del siglo IV A.C. en Grecia solo era permitido el beso en los labios entre padres e hijos.
En la actualidad conviven en este momento histórico también múltiples costumbres bien diversas en torno al beso. En Latinoamérica, salvo Argentina y Uruguay, el beso entre varones, aun en la mejilla, se considera por lo general, una actitud homosexual.

Existen múltiples tipos de besos y pueden ser dados en todo el cuerpo conformando un elemento erótico muy importante para nuestra sexualidad.

Muchas veces las parejas con el tiempo dejan de besarse, aunque mantienen relaciones sexuales. Más allá que esto pueda ser un habito de pérdida de costumbre, es muy significativo, ya que consideramos al beso uno de los actos que mejor demuestran el nivel de involucre emocional y de intimidad. Por lo general, las parejas que dejan de besarse, pierden riqueza erótica y puede ser frecuente síntoma de problemas más profundos.

Conocido es, desde lo popular, el concepto de que las prostitutas pueden hacer de todo pero no dan besos en la boca. Es llamativo el valor primordial y afectivo que se resguarda en este contacto.
Desde el punto de vista psicológico es un acto de unión que testea desde lo más profundo de nuestro ser si el otro está en conexión emocional con nosotros y nuestra intención de vínculo.
Una persona puede transmitir con un beso de saludo, su estado de ánimo, su aprobación o desaprobación, su compasión, su alegría, su tristeza, su cariño y aunque parezca contradictorio también su rechazo hacia el otro.

En el marco de la pareja el beso suele ser un primer escalón y el amante suele deleitarse y emocionarse muchísimo frente al primer beso.
Hay quienes dicen que ese primer contacto íntimo puede determinar el seguir adelante o no con el vínculo. Es un acercamiento al acto sexual, a un acto de penetración, es permitir al otro entrar dentro de nuestro cuerpo y las sensaciones que acompañen este evento comenzarán a escribir las posibilidades de éxito de esa pareja, ya sea como amantes en lo sexuales o como enamorados.

En las parejas también con el beso se muestran las intenciones, podríamos decir que existe el lenguaje del beso.
Con él los amantes se transmiten, deseo, excitación, ternura, contención, seguridad o inseguridad, culpas, etc.
Si una pareja es muy sólida y se conocen muy profundamente, se suele reconocer en él, otros pequeños cambios en la intención e intensidad del beso. Recuerdo una paciente que me contaba que lo primero que reconoció como problema en su pareja, fue el cambio en los besos, en como él se los daba, en la inseguridad y la falta de entrega que él ponía en ellos. Luego él le confesó que tenía otra mujer desde hacía un año, tiempo que ella identifica claramente con la señal del cambio en sus besos.


Estudios científicos han descubierto que el beso es bueno para la salud. Cuando besamos aumentan las defensas y también en el torrente sanguíneo aparece una hormona llamada oxcitocina que está presente en los eventos placenteros y despiertan nuestra ternura y amor.

También en los besos apasionados aparece en escena la adrenalina que aumente el ritmo de las funciones vitales, emociona y estimula todos los sentidos.

El beso apasionado es capaz de producir una erección en el varón y lubricación en la mujer y hay personas que pueden hasta llegar al orgasmo con él.

A través del contacto de la zona oral establecemos una comunicación única que empieza a dibujarse desde la primera infancia, claro en esa época sin una intención erótica.