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Denunciante Popular
| Por los Hijos lo que Sea - Evaristo.
Calificación: de
5,00 | ''Click en la imagen para descargarlo'' Autor: Evaristo (Cantante de La Polla Records) Evaristo, todo un referente en el mundo del Punk Rock, ha cambiado el micro por el bolígrafo, pero el resultado es el mismo. Como no puede escribir y cantar todas las canciones que quiere y en el cajón se le quedan cientos de temas, los preferidos se convierten en relatos, algunos muy parecidos a las canciones, otros más narrativos, distintos… Los manuscritos se amontonan por cualquier lugar, y como por los hijos se hace lo que sea, hasta que se publican. El lector encontrará en estas páginas al Evaristo que canta, al que se mueve por los escenarios, al ídolo de más de una generación que vitorea su nombre al final de los conciertos. El Evaristo de siempre, sin más. En esta ocasión, Evaristo sigue escupiendo sus ideaas sin ningún pudor. Puesto, como diría Evaristo, que a menudo llueve. Este libro nos permite volver a conocer la ácida y sarcástica mirada que del mundo tiene Evaristo. Es Evaristo, para muchos un personaje irrepetible y con este libro hace un guiño a su hasta ahora dilatada carrera como vocalista de uno de los grupos de música más incombustibles. A los que le gusta la música de Evaristo, este libro no les decepcionará y a los que no la conocen no les dejará indiferentes. DATOS SOBRE EL AUTOR DE ESTE LIBRO: Cuando yo era pequeño Agurain estaba prohibido, así que vivía en Salvatierra. La Ramona ponía el puesto de chucherías en la calle del Generalísimo Franco, hoy calle Mayor, y los domingos, con mi paga, podía elegir entre ir a ver la tele al bar Gordo y dejar la pela en la barra o ir al bar y escaquearme agachadico con un chupa-chus (sí, ya, es que la p se ha ido) p'a poder ver la tele, ya que entonces no había televisión en las casas.Los chavales jugábamos a adivinar los anuncios en los intermedios, a ver quién acertaba antes (la influencia de la publicidad). El caso es que cuando salíamos del bar íbamos a jugar ¡en la calle! A veces aparecía un chaval mayor que nosotros y con el cinto en la mano decía ¡zurrúscame los calzones! y si no corrías te daban de cintazos en la piernas no veas (el detalle es que entonces los chavales llevábamos pantalón corto hasta los 14); eso era un juego, y nada virtual por cierto. Por cierto, ya te has leído mi biografía. |
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