Se casa un ancianito con una muchacha de 18 años, sumamente joven y bella, y el día de la luna de miel la chica espera al viejecito en la cama, completamente desnuda y el viejecito diciéndole a su pene desesperado:
- ¡Párate, párate, párate, párate!
Cuando de pronto empieza a golpearse el pecho y dice:
- ¡Tú no, tú no!