29-10-2009
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#27 |
Staff Retirado Con Honores Denunciante Dorado
| ---- Locales y Caser@s ----- Eduardo Ramírez Villamizar Eduardo Ramírez Villamizar, (Pamplona, 1923-2004), el más notable escultor nacido en Colombia, estudió arquitectura y bellas artes en la Universidad Nacional. A mediados del siglo pasado vivió en Nueva York exponiendo en galerías y museos como el de Arte Moderno y Guggenheim, recibiendo comisiones monumentales de corporaciones privadas e instituciones públicas. Su monumento a Bogotá, situado en una loma que domina la ciudad, es un canto escultórico a su estilo esquemático depurado de toda concesión ornamental. Durante la década de 1970, transformó el arte precolombino en obras geométricas propias del arte abstracto y minimalista. Tratar su trabajo de "geométrico" es simplemente quedarnos extasiados en el deleitable mundo de superficies, planos de metal y líneas que el artista entreteje como laberintos visuales, como caleidoscopios en los que la luz y el tacto exploran silenciosamente mundos opuestos, fuerzas vectoriales antagónicas y sugerentes superposiciones que hacen que nos acerquemos y miremos más de una vez el intrincado oficio visual y táctil del escultor y pintor colombiano. La eternidad, o la atemporalidad del arte se manifiesta ostensiblemente en las esculturas de Ramírez Villamizar. El tiempo (contenido en la aparentemente inamovible composición molecular de la materia tratada) es ahora visión, prospección, futuro. La magia del escultor consiste en tejer una madeja de trayectos reconocibles y al mismo tiempo ignotos, como laberintos táctiles por donde discurre la imaginación y se pierde.... Esta trascendencia y superación del tiempo y la materia son posibles, porque en Ramírez Villamizar conviven lo mismo el viejo Canaletto, de la Venecia encrucijada, como el Jesús Soto de la América lúdica y salvaje. La tradición encuentra nuevos vericuetos, pasadizos, canales y el destino final es el asombro. Pero el asunto traspasa esas lindes y se adentra en las complejidades del espíritu humano. Eduardo Ramírez Villamizar eleva la materia a su potencial más alto y multiplica, con admirable plasticidad, las posibilidades visuales de la imagen escultórica. Se trata, sin lugar a dudas, de alegorías que nos refieren al entorno urbano, con impresionante economía de recursos plásticos y con una eficiencia raras veces hallada en la profusa parafernalia, del arte contemporáneo. |
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