Ganaderos propietarios del fundo Matará, en la provincia ayacuchana de Huamanga, asesinados el 9 de setiembre de 1982 por presuntos senderistas. Los hermanos Fortunato y Filomeno Nieto habían sido acusados por Sendero Luminoso de ser explotadores y "soplones".



En la Morgue de Ayacucho, Margarita Pineda llora la muerte de su esposo Antonio Untiveros Oré, quien fuera asesinado, en julio de 1983, por presuntos miembros del Sendero Luminoso debido a que habría colaborado con las Fuerzas Armadas.


Comandos Policiales Contrasubversivos "Sinchis" en Ayacucho (ANTINARCOTERRORISMO)




Afiche con un poema al "Sinchi". "Sinchi" era el nombre de los miembros de una división especial de la Guardia Civil destacada en las zonas de emergencia durante el inicio del periodo de violencia.







Comandos contrasubversivos "Sinchis" entrenando para combatir al terrorismo y narcotrafico en la Plaza de Armas de Ayacucho. En Mayo de 1981 el gobierno autoriza la intervencion de los comandos "Sinchis" y los "Llapan Atic", Fuerzas Especiales de la Policia a la Zona de Emergencia para combatir a las columnas de Sendero.



Familiares de las víctimas de la masacre de Socos observan, junto a un comando policial de la unidad contrasubversiva "Llapan Atic" (Guardia Republicana), la exhumación de sus seres queridos. En noviembre de 1983, un total de 32 campesinos, hombres y mujeres del distrito de Socos, ubicado a 18 kilómetros de la ciudad de Ayacucho, fueron ejecutados extrajudicialmente por 11 miembros de la unidad contrasubversiva "Sinchis" (Guardia Civil) destacados en el puesto policial del lugar. Durante una fiesta los efectivos detuvieron a un grupo de pobladores y los llevaron a la quebrada de Balcón, donde separaron a los hombres de las mujeres. A éstas las violaron; después reunieron a los detenidos y les dispararon a quemarropa. Luego, mediante el uso de granadas, provocaron un derrumbe que cubrió los cuerpos de las víctimas. La única persona que sobrevivió a la masacre regresó a Socos para comunicar los sucesos. A pesar de los intentos de los miembros de la Policía por encubrir los hechos, amedrentando y asesinado a tres testigos, la población denunció la ejecución a las autoridades en la ciudad de Ayacucho. El 15 de noviembre un juez, un fiscal y efectivos de la Policía realizaron la exhumación de la fosa donde se encontraron 29 cuerpos que fueron entregados a sus familiares para que se les diera cristiana sepultura. Finalmente, el 15 de julio de 1986 el Poder Judicial sentenció a 11 policías por el asesinato de 32 campesinos de la comunidad de Socos con penas que oscilaron entre los 10 y 25 años de encarcelamiento y les impuso el pago de 120,000 intis por concepto de reparación civil. También los inhabilitó en sus funciones durante los años de encierro y cinco años después 15 policías, a su vez, fueron absueltos de todos los cargos.





Comandos "Sinchis" del puesto policial de la Guardia Civil en Huanta, Ayacucho, rodean una bandera del PCP-SL incautada por ellos.Con la finalidad de apropiarse de la autoridad local, la estrategia subversiva destruyó la escasa presencia del Estado en los pueblos andinos y la débil conexión de los servicios estatales. En este marco las fuerzas policiales fueron las primeras organizaciones del Estado atacadas sistemáticamente por Sendero Luminoso en los momentos más inesperados. Los subversivos aprovechaban el factor sorpresa y la desprotección policial en general. La muerte de los policías no sólo significó bajas importantes en la institución durante la guerra sino que implicó la desintegración de familias y secuelas importantes en los miembros de éstas, especialmente en una cantidad cada vez más alta de viudas.