¿Premio a Casillas? La LFP sigue contribuyendo -suponemos que sin intención- a sostener la idea de que sin el Real Madrid en una gala de premios, no hay justicia. En el peor balance deportivo e institucional de la historia merengue, nuestro fútbol se la ingenia para que a Florentino Pérez no se le 'atragante' el vino.
El portero Víctor Valdés, en acción con el Barcelona
Hay
obligaciones no escritas en el fútbol español: haga lo que haga el
Real Madrid, siempre será premiado de una u otra manera. Ante la
avalancha incuestionable del dominio temporal e histórico del Barcelona, la
LFP en su entrega de premios, recurrió al "manual de doctrinas" para dejar que el club merengue se lleve, al menos, una migaja de la temporada 2008-2009. y esto no es sino una simple sensación sin más connotaciones.
Que
Iker Casillas es un portero reconocido por sus piruetas debajo de los palos, no lo duda nadie, pero elegirlo como el mejor en su puesto en una temporada como la pasada, es
un absurdo que, a priori, y por la acostumbrada convivencia en los lugares comunes, se puede tildar de partidaria y descabellada. Tanto en la elección como en esta particular crítica.
Pero veamos: el Real Madrid vivió
su peor momento histórico desde lo institucional con las vergüenzas al aire libre y con ese tufillo rancio que lo caracterizaba. Perder en lo deportivo concluye en una anécdota si no olvidamos todo lo ocurrido en el club de Concha Espina, con Calderón, las asambleas y el socio del Atleti votando el futuro blanco.
Y en lo deportivo, demás está decir que el rendimiento fue mediocre en sí mismo, e ignominioso si lo reflejamos en la rica historia blanca. Los partidos más importantes y decisivos para el Real Madrid fueron contra el
Liverpool en Anfield y contra el
Barcelona en el
Bernabéu. Los resultados hablan por sí solos -
4-0 y 2-6-, pero deciden rescatar en la figura de Casillas el último argumento de dignidad que les quedaba.
Sin embargo, el portero de la selección española
sólo evitó que la sangría fuera mayor, pero no pudo salvar las derrotas en sus dos mejores partidos de la temporada 2008-2009. Y a la hora de juzgar un rendimiento individual en un deporte competitivo,
el premio debe llegar desde la victoria y no desde un mal menor.
En este sentido,
Víctor Valdés fue mucho más importante para que el Barcelona no vea peligrar su justo dominio: en el 2-0 del Camp Nou
contra los merengues, salvó a su equipo cuando iban empate a cero;
ante el Chelsea se erigió en héroe tanto en casa como en Londres y
en la final de la Champions, despejó todas las dudas de su equipo en los únicos diez minutos en los que el United apretó a los blaugranas.
Pero
Víctor es resistido por los ortodoxos del puesto y por la prensa. Juzgan sus fallos contra David Villa como si de un crimen se tratara y jamás reconocen el trabajo de
otro de los pilares de Guardiola la temporada pasada. Un equipo sin portero nunca puede ser el mejor de la historia de la Liga, y el Barça lo es.
Un equipo
sin portero no puede ganar la Champions y Víctor la ganó dos veces. Guste o no, se le debe reconocer lo hecho y no lo padecido. Teniendo en cuenta la escuela de porteros española, maneja dignamente el área y no desentona cuando su equipo recurre a él para jugar con los pies. ¿Alguien vio lo que le cuesta al Real Madrid sacar el balón jugado desde su retaguardia?
Iker Casillas es, probablemente,
el mejor arquero del mundo bajo palos, pero ¿es mejor que Víctor con los pies, o en los centros? ¿Es sólo gracias a su defensa que es el guardameta menos vencido en España y Europa? No. Pero la LFP debía encontrar la forma de que Florentino levante una copa y de que su club salga en la foto en un año que redundó en realidades para el olvido.
El mejor equipo merecía todos los premios, aunque
Gerard Piqué fue obviado para elegir a
Dani Alves en otra muestra más de que lo que algunos llaman
catalanismo, saca ampollas en ciertos sectores que exceden a la LFP. Sin duda alguna, la sociedad futbolística española merecía un
reconocimiento total al Barcelona, para que más de dos portadas asuman, de una vez por todas -y sin remordimientos- quién manda en el fútbol español.