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Antiguo 15-10-2009 , 21:38:52   #24
REY_DEL_VICIO
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Predeterminado Respuesta: Fuerzas Especiales del Peru (Militares/Policiales)

El testimonio

En Acobamba, en un pueblito tuvimos un enfrentamiento con un grupo de muchachos. Nos gritaban diciendo que éramos unos "Sinchis" (Cuerpo de élite de las Fuerzas Especiales Policiales. Fue creado y adiestrado por los "Boinas Verdes" de los Estados Unidos. Eran expertos en lucha antiguerrillera y fue la primera fuerza que enfrentó, con poco éxito a la guerrilla maoísta.), unos matones, unos rateros, que no querían que hubiera un puesto ahí, y nosotros no éramos "Sinchis", éramos comandos "Linces" del ejército. No importaba, seguían tirando piedras por dos horas, desde las tres hasta las cinco más o menos...Subimos, subimos. Lanzamos granadas. La gente que estaba ahí empezó a correr como conejos a sus chozas. Llegamos al pueblo y reventamos todas las chozas sin miramientos con granadas. Las volamos todas, con ellos adentro. Murieron unas 17 personas.

Seguimos caminando y encontramos a un muchacho acurrucado con una latita de petróleo. Entre los muchachos de mi promoción pensamos que era seguro para prender una fogata, algún mechero, pero el oficial dijo: ¡Agárrenlo!. Lo amarramos con una soga y lo llevamos. Más arriba encontramos a otro acurrucado, y agarró el oficial y le metió un tiro en la cabeza. Entonces yo también me acostumbré. Y el oficial decía: "Pobres cojudos, que le encuentre su cacerina llena y yo les vació la mía en su cuerpo", y por miedo tenías que disparar al aire. En algunos casos y revisaba de un momento a otro. Te pedía tu FAL sacaba la cacerina y veía cuántas balas faltaban, y si la encontraba llena te castigaba.

¿Matar niños y mujeres?. En esos momentos no piensas en nada, porque te han instruido. Tienes un enemigo y si no disparas primero alguien dispara por ti. Incluso yo también lancé un par de granadas a una choza pero después, en la noche, te ponías a pensar y te daban ganas de llorar de cólera. ¿Se conoció eso en los periódicos?. No, nunca se supo. Es un pueblito bien retirado, pertenece a la provincia de Acobamba, colindando con la provincia de Tayacaja, como yéndose a las minas de Cobriza. Son caseríos, pueblitos chicos. Son campesinos, quechuas netos. ¿Y las informaciones que aparecen en la prensa?. La prensa todo lo tergiversa. Todo lo que dice es falso. Yo sé, yo lo he vivido en carne propia, yo estuve allá. Matábamos a campesinos, a grupos de personas, con grandas, con fusiles FAL, con todo, pero nunca decíamos que habíamos matado porque sí: siempre decíamos que había sido en enfrentamientos con los terroristas.

¿Y después de esa matanza?. Continuamos nuestro camino. Al muchacho lo amarramos con soga. Encontramos cholos jalando su burro y los capturamos también. "Chacal", el capitán a cargo de la patrulla dijo: "Ya me empinché ¡carajo!, y ahora sí llevó a todos los capturados". Para él todos eran igualitos (terrucos). Después uno de mi promoción se volvió sádico. El corazón lo sacaba con bayoneta, le cortaba la yugular. Estuvo un año internado en el hospital Militar Central. Nosotros sabíamos por qué. Nadie más sabía, ni su familia, porque de eso no se entera nadie.

Pero a la altura de Cobriza tuvimos un enfrentamiento con Sendero Luminoso. Nos disparaban con fusil FAL, escopetas, carabinas, revólveres y no querían rendirse. Ellos conocían bien la zona y nos esperaban en un sitio estratégico. No podíamos avanzar ni retroceder: era un callejón. "Chacal" agarró a uno de los cholos capturados en el pueblo anterior y dijo gritando: "Diles que se rindan o si no van a morir como tú". Y "Chacal" agarraba su pistola y le disparaba en el cerebro. Así mató a ocho. Cuando ya no había a quien matar, le dijo al guía que vaya a buscar refuerzos. Nosotros éramos 18 nada más. Ello eran bastantes, pero tenían poco armamento. Así nos tuvieron hasta la amanecida, y casi en la mañana llegó el refuerzo. "Chacal" dijo entonces, "síganme". Nos disparaban pero no tenían seguridad en los disparos. Sus disparos eran a ciegas, y felizmente no nos han herido.

Llegamos a la comunidad y comenzamos a matar a todo el mundo. Había gente del campo, niños, ancianos, mujeres. "Chacal" decía: "¡fuego, carajo!. Hay que matar a todos estos indios". Luego hicimos una batida entrando casa por casa y sacando a todos a la plaza y les hablamos diciendo que ellos nos habían atacado y que por eso empleado nuestras armas, y que nosotros somos el ejército y venimos a cuidarles del terrorismo.La gente lloraba, lloraba con miedo.

¿Y esos pueblos apoyaban a Sendero?. Mucha gente apoyaba, casi la mayor parte estaba convencida. Apoyaban a Sendero porque tenían una manera de convencimiento más que todo por lo que pasó antes con los "Sinchis". Y los de Sendero aprovechaban eso para decir: "están abusando, vamos a formar patrullas y luchar contra ellos". ¿Y qué pasaba con los prisioneros que la patrulla entregaba al cuartel principal?. Ya no sabíamos; los dejábamos ahí y nos íbamos. Seguro que trataban de sacarles información. Pero otros prisioneros no lo entregábamos, y los torturábamos hasta que nos den alguna información. "Chacal" lo agarraba y le cortaba la oreja, le pinchaba los ojos, la cara, le cortaba la lengua. Había algunos que lloraban, que se quejaban, se arrodillaban, no sabían qué hacían, pero había otra gente que había sido capturada con armamento en un enfrentamiento, no decía ni su nombre. O tenían documentos, por eso es que deducías que eran terroristas de verdad con todo el silencio que ellos demostraban. Entonces se le mataba. "Chacal" decía: "Para qué gastar municiones en estos perros", y le metía bayoneta. Mucha gente fue muerta con bayoneta, y alguna vez fueron enterrados otras veces los desbarrancábamos a una pendiente donde nadie lo va a encontrar.

¿Y el código del silencio?. Nadie puede decir nada, ni siquiera cuando uno se retira del ejército. Incluso nos decían: "Salen de baja y no tienen que decir a nadie. Si nos enteramos de algo los traeremos de donde sea y ya saben qué les hacemos". Uno de mi promoción me contó que un muchacho se había enterado de algo malo y se había acercado al oficial y le había dicho: "mire mi teniente, estos soldados han ido y violado a una señora y su hija y le han robado sus joyas". ¡Ah tu eres un soplón!, respondió el oficial. Al día siguiente el soldado que había denunciado amaneció muerto. ¿Y las violaciones?. En todos los pueblos violábamos. Agarrábamos a una chica y éramos cinco o seis para una chica. Había también profesoras que tenían documentos o textos de José Carlos Mariátegui, Lenin, Marx, y por eso las violábamos. Las agarrábamos por la fuerza, las encañonábamos con el fusil y así pasábamos todo el tiempo. El oficial decía, que: "Ni te metas con una jovencita, porque estás ahí y te mete un cuchillo", así que tenías que estar necesariamente entre varios para hacer el acto sexual. ¿Y nadie se quejaba?. A quién, si nosotros éramos la ley allá.

En algún lugar en las alturas de Huanta la patrulla perdió rumbo. Anduvieron por lugares inhóspitos, cruzaron decenas de caseríos adentrándose más y más en la selva. En cada pueblo, aprovechando las guardias, los soldados se dedicaron al saqueo. Las mochilas fueron llenadas de relojes, dinero. Todo robado. Por fin, tras doce días de camita y pillaje, la patrulla llegó a un cuartel de la infantería en el poblado de Ajatunruni. De los 18 que habían iniciado el recorrido tres meses antes quedaban 15: dos habían sido muertos en enfrentamiento, uno en un accidente. El general Huamán Centeno, recién nombrado jefe político-militar de la zona recibió a su tropa con los brazos abiertos: "Estos son mis soldados modelos, todos deben seguir su ejemplo", dijo el general.

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