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Antiguo 15-10-2009 , 21:37:39   #23
REY_DEL_VICIO
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Predeterminado Respuesta: Fuerzas Especiales del Peru (Militares/Policiales)

Los comandos de la muerte llegan a Ayacucho

Luis Arce Borja
Rebelión







Este texto es un breve resumen del capítulo 18 del libro "La guerra revolucionaria en Perú" (1). Ahí se describe la crueldad y los métodos sanguinarios que puso en práctica el Estado peruano para reprimir la lucha armada iniciada en 1980. Muchas veces escribir la lucha social, a partir solamente de fechas, periodos y acontecimientos, se torna un terreno árido que somete al silencio a los protagonistas del hecho histórico. Recurrir al testimonio directo de los participantes para revelar una parte oculta de la lucha social, es una forma de poner de testigos a los propios actores de la historia. A través del ángulo de la entrevista y declaraciones se descubre el horror de las masacres, matanzas y secuestros y desapariciones que ejecutaron los diferentes gobiernos en la lucha contra la subversión maoísta. En esta versión abreviada del capitulo en mención, introducimos al lector hacía una dimensión de la historia objetiva y no trucada de los acontecimientos en Perú, que en nuestra opinión son los hechos más trágicos de carácter represivo que ha sufrido el pueblo peruano desde el inicio de la República en 1821. Las 70, 000 personas muertas en el periodo 1980-2000, (según el informe de la Comisión de la verdad y reconciliación, 2004), aparte de ser una cifra extraída arbitrariamente del fenómeno de la guerra interna, no refleja la verdad cuantitativa ni los hechos concretos como se han desarrollado. Las victimas de la guerra de clases en Perú, no resultaron de la casualidad o de los "excesos" de algún comando o de una patrulla militar, como ha determinado oficialmente dicha Comisión sino de una política criminal y de exterminio que se impartió desde el Estado, y en cuya estructuración y ejecución participaron las fuerzas armadas, las clases dirigentes del país y sus partidos políticos.

Al contrario de lo que dice la propaganda oficial, la guerra de clases que envolvió al Perú desde mayo de 1980, no fue solamente una lucha entre "Sendero Luminoso y las fuerzas armadas". Nada de eso. La idea que se refería a que el pueblo se encontraba "entre dos fuegos" (la de "Sendero y la de los militares"), ha sido una distorsión completa de la historia y uno de sus propósitos fue ocultar que los métodos criminales utilizados contra las fuerzas guerrilleras, provinieron de un Estado terrorista que en 20 años de guerra interna legalizó el secuestro, la tortura y las ejecuciones extrajudiciales. La cruenta guerra de clases en Perú, fue un enfrentamiento entre las masas oprimidas (la mayor parte de la población) y el Estado peruano que movilizó todas sus instituciones y sus fuerzas represivas para enfrentar una subversión que estuvo a punto de ganar la guerra por el poder político.

El 31 de diciembre de 1982, el gobierno de Fernando Belaúnde Terry autorizó el ingreso de las fuerzas armadas en la lucha contra la guerrilla maoísta. Hasta antes de la participación militar, fueron las fuerzas policiales, que con sus 80 mil efectivos, tuvieron que enfrentar a una guerrilla terrorista que le propino derrota tras derrota. Fernando Belaúnde, aclamado como uno de los símbolos de la "democracia peruana", junto con recurrir a los militares como último recurso para detener una fuerza guerrillera que se extendía amenazadoramente a todo el país, entregó poderes sin límites a las fuerzas armadas para ejecutar sus planes antisubversivos. Se decretaron las zonas en emergencia controladas completamente por el poder militar, y donde las autoridades civiles y las leyes simplemente desaparecieron. El Comando Conjunto de la fuerzas armadas, al mismo tiempo que enviaba tropas especiales a Ayacucho (1° de enero 1983), impartía la directiva secreta N° 01-CCFFAA-PICS, en la cual se indicaba que las "operaciones contrasubversivas deben ser altamente ofensivas y agresivas, sin olvidar que el mejor subversivo es el subversivo muerto". La directiva señalaba también que se "actúen forma clandestina utilizando procedimientos legales e ilegales y si la situación y las condiciones lo permiten podrán realizarse, eliminaciones sin dejar rastro". Es esta directiva, que no era un secreto para las clases políticas y que circulaba oficialmente en los cuarteles, la que servió de doctrina de la muerte para que las tropas militares apliquen su política de extermino contra campesinos, niños, ancianos y mujeres sospechosos de pertenecer a las bases de apoyo de la guerrilla terrorista maoísta dirigida por el Partido Comunista del Perú (PCP).



Entrenamiento para el crimen

Lima, 1984. ¿Saben para que sirven estos entrenamientos?. Para irnos a Ayacucho a combatir con los terrucos, le dijo el oficial a los soldados mientras le mostraba lo efectivo que era el cuchillo de combate para degüellar y descuartizar un perro que desde la primera estocada dejo de ladrar. Muerto el animal, le toco el turno a un soldado que a torso desnudo tenía que arrancar con las manos las viseras del perro. Pero ahí no terminaba el adiestramiento, estaba obligado a darse un baño con la sangre aún caliente del can victimado a cuchillazos. Y como parte final del macabro rito castrense, el aprendiz a matarife, estaba obligado a ponerse el perro descuartizado sobre la espalda y en medios de gritos dar tres vueltas el campo de entrenamiento que tenía el tamaño de un terreno de fútbol. Nueve meses de instrucción fueron suficientes, y la patrulla de 38 soldados y oficiales estaba lista para ser trasladada a Ayacucho. Fueron embarcados en un avión portatropas del ejército, y apenas la nave aterrizaba en el aeropuerto principal de esta ciudad fueron conducidos al cuartel "Los Cabitos". Al día siguiente, a las 5 de la mañana cuando el frió de los andes calaba hasta los huesos, los recién llegados fueron despertados bruscamente. "¡De pie todo el mundo carajo !!! nos vamos de cacería !!!, grito el oficial. La patrulla fue dividida en dos grupos y cada una de ella salió con diferente rumbo a "barrer" las zonas "rojas" de Ayacucho. Ahí ya no serían los perros, los que caerían descuartizados por los comandos antisubversivos, sino la población campesina, y entre ellos niños, mujeres y ancianos.

Esta es la historia de una patrulla militar integrada por 17 soldados y un oficial que durante 3 meses recorre diferentes comunidades y pequeños pueblos de Ayacucho. El testimonio proviene de un soldado de origen andino que se enroló en Lima, pero que después de un intenso adiestramiento para asesinar fue trasladado a la "zona de combate" en Ayacucho que en esos momentos era la región donde la guerrilla maoísta se había implantado solidamente y que con vitalidad se extendía a otras regiones. El testimonio que aquí entregamos, la hemos extraído de la revista Quehacer de julio-agosto de 1991, y nos ha servido de base para la redacción de este texto.

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