La maestra era ciega. Un día enfadada le mandó a todo los mechudos a cortarse el pelo. Jaimito pensó: "Cómo me voy a rapar la cabeza con mi cabello tan bonito como lo tengo." Entonces tuvo una idea. Al día siguiente la maestra empezó a tocar las cabezas de los niños y todas estaban correctas, pero cuando llegó a Jaimito, Jaimito le puso el culo para que lo tocara y la maestra exclamó:
- ¡Lo felicito, Jaimito, con la rayita en medio y todo!