La niñera que cuidaba a los hermanitos tuvo que quedarse a dormir aquella noche en casa de Jaimito. Éste le pidió con cara de niño bueno (ella no lo conocía bien) que si le dejaba dormir en la cama de ella, y la chica no puso reparos, así que se acostaron... Pero al rato, Jaimito le pidió:
- ¡Señorita! ¿Me deja meterle el dedito en el ombliguito?
La chica se sorprendió ante la inusual petición, pero se dijo: ¡Bueno, es solamente cosa de niños!...así que accedió... Pocos minutos después, la muchacha dijo alarmada:
- ¡Jaimito!... ése no es mi ombliguito...
- ¡Tampoco ése es mi dedito, señorita!...