Entra el padre de una adolescente a la habitación de ésta y encuentra sobre la cama un consolador de 22 cm de largo, gel siliconado con punto de dureza, azul eléctrico semitransparente, cabeza reforzada, frenos ABS y suspensión reforzada (aunque parezca mentira). Angustiado el padre decide, después de mucho pensarlo, tratar el tema directamente con su hija. Cuando ella llega del colegio le dice:
- Hija, quiero que hablemos de esto ―mostrándole el consolador―. ¿Puedes explicarme qué significa?
- Fácil ―dice ella―. Tú me has enseñado que debo tener una sexualidad responsable y por lo mismo he decidido dar rienda suelta a mi alboroto hormonal con este consolador que no me contagia de sida, no me embaraza y no me pone los cuernos.
Además, no se pone cabroncete, se ajusta a mi horario y no me hace escenas de celos.
El padre la mira seriamente, y pensando en su interior, concluye que ella tiene razón y decide dejarla seguir con su consolador.
Días después la hija llega del colegio y al entrar en la sala ve a su padre con un vaso de whisky en una mano y con el consolador en la otra. Lo mira aterrada y le exclama:
- ¡¿Padre que haces con ‘Kevin’?! ―porque las mujeres le ponen nombre a todo.
El padre la mira con los ojos entornados y la lengua traposa y le dice:
- ¿Acasssooo no puedddo tomarrrrme un whisky con mi yerrrnoooo???