Un hombre de aspecto muy elegante sale de un supermercado empujando un carrito lleno de mercancías y manjares de todo tipo: champagne, caviar, foie gras, salmón, etc. Según se va acercando al maletero de su magnifico 4x4, ve a un hombrecillo que arrastra unas raquíticas briznas de hierba de las que crecen entre el cemento del parking.
El rico: - Disculpe, señor, ¿qué esta usted haciendo?
El pobre: - Arranco esta hierba, es para comer. Me la llevo a casa, es que no tenemos otra cosa...
El rico: - ¡Oh, vaya! Bueno, entonces permítame que le dé mi tarjeta. Mi dirección está en ella, vengan ustedes a comer a mi casa.
El pobre: - Es usted muy amable, señor, pero tengo mujer y ocho hijos, en fin...
El rico: - Pero eso es lógico, hombre. Puede usted traer a su familia, por supuesto.
El pobre: - Es usted muy amable, pero es que los grandes ya están casados y también tienen hijos.
El rico: - Venga, amigo mío, por favor... Se lo ruego, ¡vengan todos!
El pobre: - ¿Pero está usted seguro? Es que además están mis hermanas y mis hermanos, y quizás seamos demasiados...
El rico: - Insisto, de veras, para mí será un placer que vengan todos ustedes. ¡¡Alrededor de mi casa la hierba está así de alta y hay de sobra para todos!!