Todo empezó cerca de 1915 cuando la Royal Air Force decidió crear un sistema de defensa que detectase la aproximación aérea al territorio inglés. Para eso, proyectó una gran red de puestos de escucha colocados a lo largo de la línea litoral fronteriza con el Canal de la Mancha que tendrían como misión "oír" posibles ruidos provenientes de motores de aviones. Cada puesto fue construido como una mega estructura de cemento compuesto por dos reflectores de forma parabólica vueltos para el mar que direccionarían el sonido para micrófonos situados en el punto focal, en el fondo ,el mismo principio de las actuales antenas parabólicas.
El sistema es impresionante y revela una gran capacidad visionaria, sobre todo si tenemos en cuenta que la aeronáutica, la acústica y hasta el propio cemento eran, en esta época, tecnologías emergentes. Y no piense que no era eficaz - porque era.





A lo largo de una década varios de estos puestos fueron edificados en la costa inglesa hasta que en 1930 el sistema fue mejorado. Un nuevo tipo de reflector apareció, mayor, con más amplitud y más preciso: una pared hemisférica de 60 metros de ancho por 10 metros de altura. Las capacidades de detección de esta nueva infraestructura eran espantosas. Un individuo situado en el punto focal era capaz de oír el sonido del motor de un avión a 10 Km y, con el auxilio de micrófonos y amplificación, el alcance subía para más de 32 Km!
El plano original preveía la construcción de reflectores de este tipo de 40 en 40 Km a lo largo de la costa, intercalados por reflectores parabólicos más pequeños. Pero, a mediados de los años 30, la invención del radar y la velocidad de los aviones convirtieron rápidamente el sistema en obsoleto. Los militares abandonaron la idea pero dejaron intactos los puestos ya construidos hasta la fecha. El complejo de Denge es uno de los mejores conservados en la actualidad e incluye tres reflectores, dos parabólicos, con un radio de 6 metros y 9 metros cada uno, y la colosal muralla de 60 metros.