A veces, los nombres de las posturas parecen no guardar ninguna relación con la postura en sí, pero no ocurre así con El Arco que debe su nombre a la forma que adopta la espalda de la mujer al practicarla. La posición en sí está a medio camino entre lo acrobático y las posturas de siempre, por lo que no es excesivamente complicada y permite dar ese toque de imaginación que toda relación sexual debe tener.
Como se puede ver en la imagen, la mujer tiene que estar acostada boca arriba con las piernas abiertas y flexionadas. El chico se pone frente a ella de rodillas y sentado sobre sus talones. Así, cuando la pareja quiera iniciar la penetración, la chica eleva sus caderas y se posa sobre los muslos del chico.
Lo importante de la postura es que la mujer curve la espalda y la cintura para que la vagina quede en un ángulo que permita la penetración. Para facilitar la penetración, lo más conveniente es que el hombre sostenga a su compañera por las caderas lo que dará más movilidad a la pareja.
Con el Arco, que aparece en el Kamasutra bajo el nombre de “El Junco”, se alcanza una penetración profunda y cuando el hombre sostiene a su pareja por las caderas, se puede hacer movimientos vigorosos, algo idóneo para los momentos de ardiente pasión. Además, es una postura visualmente que permite ver las reacciones de la pareja.
La posición requiere de cierta fuerza por parte de él y de flexibilidad de la espalda de la mujer por lo que puede resultar pesado mantenerse así durante mucho tiempo. Si fuera el caso, podréis pasar con facilidad a otras posturas como “La Unión de la Ostra” que explicaremos el próximo mes. Eso sí, sin que se pierda la excitación.