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Antiguo 31-07-2009 , 18:30:11   #10
-Damphir-
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Predeterminado Vagabundo

Vagabundo

Texto sobre el poema Me ausento

de Julio Arboleda para un vagabundo en 9 estrofas.


-I-

Ya era muy tarde, y en el paradero del autobús, la luz amarilla del farol se difuminaba al pasar por el gastado techo de pasta. Los carteles rutilantes, la estructura entera de aluminio junto al cuerpo desgastado de un hombre viejo parecían fundirse en una. Era ese cuerpo parte simple del paisaje, una masa informe agazapada sobre las bancas sucias donde una mujer, como la sombra de un sauce que llora casi se dormía. Es una flor muerta -se dijo, una flor que sueña siendo niebla de aliento y vida, envuelta en la tierra que no la deja parir. El hombre se miró las manos, no pensaba en nada, escuchaba lejanamente las llantas de los automóviles sobre los charcos sucios, el pito estridente de las motos y las risas gastadas quizá de otras calles. En esa mezcla de murmullos ininteligibles y agolpados, todos en el espacio y en ningún lado, una voz fugaz cual golondrina, rompió las meditabundas horas de aquel hombre en esa silla sentado:
-Esa mujer que ves no está muerta, se hizo espuma de ola, fue un asfódelo y se ausenta.
El hombre viejo entró en pánico, buscó por el pequeño lugar el origen de aquella voz, pero se dió cuenta que ahí no había nadie más que él y los labios carmesí cerrados de esa mujer. Estremecido, mirando las partículas de polvo pasar entre la luz amarilla, el hombre viejo invadido por turbios vientos, sintió de nuevo la voz que venía de adentro y en coro, dulce fué su canto, dulce sería su tormento,


Auséntame, buen Dios, me ausento solo,
y todo es soledad por donde paso; y todo está dormido.
En el ocaso lento su disco va sumiendo el sol;
y estira como espira mi esperanza en tristísimo lánguido desmayo,
sin despedir ni un moribundo rayo, eclipsado entre nubes su arrebol”


Se hizo más tarde, aún más de lo que entonces era tarde, acaso ya no sería tarde sino temprano, en la ciudad amanecía lentamente, los parques adornados con pájaros y bancas resplandecían fulgurosos como una pintura de quien retrata el exterior. En una de ellas aquel hombre despertó. Tenía hambre, hacía mucho tiempo no comía algo que le gustara, se conformaba con las sobras de las plazas de mercado que frecuentaba cada martes y viernes desde muy temprano. Pero esa mañana todo había sido diferente, desde la noche anterior algo raro le venia sucediendo, sabia de esa voz que escuchaba y que ahora le hacían perder la memoria, no sentía su cuerpo, quería ubicarse y pensó en la mujer del paradero. Sus manos eran delgadas y conservaban un delicado color rosa que contrastaba con el gabán negro que la cubría desde el cuello hasta los tobillos. El hombre viejo escuchó una voz lejana deletreando palabras, pero eso fue todo, entre más quería escucharlas menos lo hacía. Veía puntos de colores en todos lados, al tratar de fijarse en uno, desaparecían estando ahí. Pegados a los parpados al cerrar los ojos, pegados al aire cuando los abría. Pero no era una voz ni era algo lo que veía, era una piedra que caía como un pájaro muerto sobre su espalda abriéndole las heridas. Un hombre delgado, vestido de pantalón vinotinto y camisa crema se la había lanzado, el hombre viejo, atolondrado se levantó y tambaleando echó a correr, la banca recibió el impacto de otra piedra que dio justo donde él estaba,.fue a buscarse en donde estar.
Lejos de ahí, pudo sentarse por un momento a pensar sobre lo qué pasaba con esa voz que su cabeza atormentaba. Esa voz que era su pensamiento, era común, cotidiana, tenía tono de hombre, podría ser el suya pero no estaba seguro, jamás había preguntado a los demás como eran sus voces. Pero la noche anterior lo había asaltado de repente una voz limpia y clara, sin tono ni vibración, era una voz impenetrable formado por los astros que lo dejaban sin razón. Voz tan magna que junto al sol radiante de la mañana, apareció sin ser esperada en medio de la mañana que rapidamente se iba, el hombre, ya conciente de ella, se dispuso al sueño de las ninfas vetustas y la escuchó en soberbia armonía:


Avanzase la noche tenebrosa, y sepulta a la tierra en su hondo seno;
ni zumba el viento, ni retumba el trueno, ni se oye el arroyuelo murmurar.
Una pálida estrella solitaria hiende el crespón del cielo nebuloso,
y en triste melancólico reposo puede apenas las nubes penetrar”.

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Última edición por -Damphir-; 31-07-2009 a las 18:38:30
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