Sigamos con pastusos...
Los dos náufragos pastusos llevaban dos años en aquella isla. Dos años de abstinencia absoluta. Finalmente, uno de ellos enfrentó el tema y propuso:
- Deberíamos turnarnos. Un día pones el culo tú. Otro día lo pongo yo. Por lo menos será un desahogo.
- Pero, ¿Acaso estás loco? ¿Qué dices?
A pesar de la indignación, las resistencias fueron cediendo. En definitiva: una tarde, el pastuso reservado se colocó en posición y e otro lo calzó. Cuando estaban en lo mejor, el de arriba comenzó a acariciarle el pelo y a besarle la oreja. El de abajo sumamente enfadado dijo:
- ¡Bueno! ¡sin maricadas, pues, sin maricadas!