(1) - Oye, Manuel: ¿nosotros tenemos relaciones sexuales?
Manuel piensa durante unos minutos y responde:
- Pues sí.
- ¿Y por qué nunca las invitamos?
(2) Durante la noche de bodas, la mujer le confiesa a su esposo:
- Debo decirte, Conrado, que mi dentadura es postiza. Y que lo que llevo dentro del corpiño es relleno y que mi pierna derecha es de madera y que este ojo no es mío, es de vidrío y que...
- Pero, mujer. ¿Acaso no tienes nada natural?
- Sí: un hijo, pero no me atrevía a decírtelo.
(3) - ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Me violó un pastuso!
- ¿Y cómo sabe que era un patuso?
- ¡Tuve que ayudarlo!
(4) Un cardenal de Roma se muere y va al cielo pero se le permite regresar al Vaticano durante una hora.
El Papa, al enterarse del milagro, dispone de todo el personal eclesiástico para recibir al hombre que esta con Dios:
- ¡Cuéntanos Francisco, cuéntanos! ¿Has estado con Dios? ¿Cómo es él? ¿Es como lo han pintado los artistas?
- Pues Verán: en primer lugar, Ella es negra...
(5) El pastuso fue a una tienda y se compró media docena de corbatas. Llegó a su casa, se las probó y las devolvió porque le quedaban apretadas.
(6) El argentinito le dice a su papá:
- Papá, papá, cuando sea grande, quiero ser como vos.
- Ah, que lindo mi nene, ¿y por qué quieres ser como tu papi?
- Para tener un hijo como yo.
(7) En un accidente, mueren un camerunés, una sueca y un pastuso.
Los tres van al cielo.
Apenas llegan, los recibe Dios.
- Pregúntenme lo que quieran -dice Dios.
El camerunés se atreve y pregunta:
- ¿Habrá alguna vez un papa negro, Dios?
- Desde luego -responde Dios.
La sueca aprovecha:
- ¿Habrá alguna vez una papisa?
- Desde luego, sí, desde luego.
El pastuso se inclina y pregunta a su vez:
- ¿Habrá algún día, Dios mío, un papa pastuso?
- Pero por supuesto... aunque no mientras yo viva.
8. Hijueputa camión de mierda, hace dos horas que quiero arrancarlo y no puedo. ¡No arranca!
En medio de las maldiciones pasó un cura y se acercó al conductor: Así no, hijo mío. No debes insultar, debes ser paciente... Invoca a San Cristobal y verás cómo te quedó el camión.
- ¿A San Cristobal? ¿Y quién mierdas es San Cristobal? ¡Bueno! de todos modos peor no me va a ir.
El tipo se sentó al volante y dijo:
- ¡San Cristobal, has que este camión de mierda arranque!
El camión arrancó instantáneamente.
El cura, inmóvil frente al camión, estupefacto ante lo que veía, exclamó:
- ¡Hijueputa, malparido! ¿Será posible?