El panorama político del país sigue cada día convulsionándose más por cuenta del referendo que permitiría la segunda reelección presidencial. Los enemigos acérrimos, por no decir viscerales, que tiene la iniciativa popular -la cual vale la pena anotar cuenta con el respaldo de más de cinco millones de firmantes que permitió fuera radicada en el congreso de la república- no escatiman esfuerzos ni recursos para desprestigiar tal iniciativa. Para ello han recurrido a todas las tácticas posibles para frenar el deseo de muchos colombianos y colombianas que desean que el Presidente Uribe siga rigiendo los destinos de la nación.



Los ataques directos en contra del proyecto de referendo son sistemáticos y en algunos casos se ha recurrido a la sevicia. Los enemigos de la iniciativa popular han apelado al descrédito de todo aquel que apoye la iniciativa. El frenesí en que viven los ha llevado a organizar mangualas con cualquiera que pueda torpedear el trámite en el legislativo. El caso más espeluznante fue el del senador Héctor Eli Rojas quien en su desvarío se atrevió a citar a la comisión primera del senado a David Murcia para que ratificara ante esa comisión lo que había dicho en una entrevista sobre la supuesta entrega a los organizadores de la recolección de firmas $5,000 millones de pesos. En su animadversión personal hacia el presidente y por todos los que respaldan al mandatario no sopesó el fiasco en que incurriría, debido a que el detenido por varios delitos según la Fiscalía General de la Nación no musitó palabra alguna.



Los opositores a la iniciativa popular actúan de espaldas al pueblo colombiano. Tratan de pisotear la voluntad del constituyente primario. Sus actuaciones se parecen más a las de unas huestes vandalicas que a representantes del poder popular. Los susodichos le quieren hacer "conejo" al pueblo.



En sus ataques sistemáticos recurren a la difamación y a la calumnia, ni siquiera los hijos del presidente Uribe se han escapado de los morteros disparados con el propósito de "mochar cabezas".



Cada día que pasa, estos representantes del bonche anti-Uribe se parecen no aves de rapiña en busca de presa fresca, sino todo lo contrario, se parecen más a aves carroñeras. Todos los días buscan engullir con sus fauces hambrientas de poder, que le es negado por el pueblo colombiano, la carroña en que se han convertido sus proposiciones.



Hoy, el colombiano del común los ve fraguando alianzas para destruir la iniciativa popular legitima. A diario se les ve armando ardides ante el escaso poder de convocatoria que tienen al interior de la sociedad colombiana. Se han unido en torno a una cruzada anti-Uribe.



Lo más jocoso de este bonche es que los integrantes piensan que el colombiano del común ha olvidado quienes son y el daño que le hicieron a la democracia colombiana, el cual aún persisten en hacerle. La presencia de los ex presidentes de la república en este "combo" es lo que más causa risa en el pueblo colombiano. Ver a estos susodichos, sin ninguna autoridad moral, diciendo disparates para tratar de engañar a la sociedad produce carcajadas. Ellos, que le deben explicaciones al país sobre sus desastrosas gestiones al frente de la presidencia, están inhabilitados para pronunciarse sobre temas de interés nacionales; más bien deberían dedicarse a otros menesteres y dejar tranquilo a la sociedad colombiana que los aborrece.



El lodazal en que quieren convertir de nuevo al país los lleva a oponerse con locura al mandatario con más respaldo en nuestra historia republicana. Quieren volver al pasado para esquilmar de nuevo al pueblo colombiano. Su orfandad de poder los motiva a enfrentarse con la sociedad. Persisten en seguir haciéndole daño al país. No quieren entender que su funesto paso por cargos importantes le ha dejado secuelas a Colombia.



Este país ha sufrido mucho por cuenta de los que hoy se creen con derecho a despotricar de las políticas del gobierno. El pueblo colombiano no olvida como fueron los años aciagos, cuando la desesperanza se apoderó del país. Aún hoy, se recuerda la horrible noche en que vivió sumida la nación por cuentas de personajes que no tuvieron dolor de patria ni consideración con los millones de colombianos que sufrían los embates de unos gobiernos poco comprometidos por mejor el bienestar del pueblo colombiano.



El colombiano del común entiende que detrás de estas elucubraciones del bonche anti-Uribe hay un interés de cobrar venganza al mandatario por dejarles al descubierto su mediocridad.



Los que hoy se oponen no solo al referendo sino a todos los avances que se han dado en el país hacen el honor a parecerse cada día más a aves carroñeras. Hoy, se les ve tratando de manipular a la opinión pública para hacer creer que el referendo sería el desastre para el país.



El reciente pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia sobre el acto legislativo que permitió la reelección presidencial en Colombia hace 5 años es otra muestra más del deseo vengativo conque actúa la máxima instancia de la justicia ordinaria. La Corte al igual que los detractores del presidente han tratado de enlodar la figura de la reelección endilgándole rótulos de delitos. La persecución que hace la Corte hoy de los miembros de la coalición de gobierno por haber votado en favor de la reelección presidencial es una cuenta de cobro, la cual está dispuesta a cobrar a como de lugar.



La judicialización que ha hecho la Corte de la reelección es un acto retrógrado y atentatorio de la democracia. La máxima instancia judicial está pensando en el pasado y no en el futuro. El colombiano del común se pregunta ¿Por qué judicializar hoy una figura que en el futuro le servirá a la democracia, y que el presidente de turno podrá hacer uso de ella sin pasar por lo que ha pasado el mandatario actual?



La Corte con su reciente pronunciamiento provocará un ostracismo a la democracia colombiana. Es decir, la contradicción en que anda sumida, fruto de su injerencia política, le ha permitido pisotear una figura moderna y que además está instituida en las democracias más solidas del mundo.



Por último, qué pensarán las nuevas generaciones cuando dentro de 20 años puedan reelegir a sus mandatarios y sepan que la aprobación de esa figura se usó arteramente para fustigar el gobierno con más respaldo popular durante décadas. Además, sepan que todo fue fraguado por un bonche ansioso de poder, pero que ante la falta de respaldo del pueblo tuvo que conformarse con la carroña.



La ñapa: La nueva generación de "Paras", que entre otras cosas no son tan nuevos, no se cansan de defender al grupo terrorista de las FARC. Estos "Paras" parecen estar conformados por políticos de izquierda, algunos periodistas conocidos ampliamente por la opinión pública y miembros del poder judicial que no ocultan su tendencia ideológica. Los Paraguerrilleros van por el mundo haciendo alarde del grupo terrorista. Hasta cuando la Corte se pronunciará al respecto.