BATMAN LLEGA A BARCELONA
La protagonista del sábado por la mañana, sin duda, ha sido la charla sobre el cómic Batman en Barcelona: El caballero del dragón, en el que David Macho ha moderado las intervenciones de los cuatro autores de la obra: el guionista Mark Waid, el dibujante Diego Olmos, la colorista Marta Martínez y el portadista Jim Lee.
Han querido empezar explicando la génesis de la obra, y como cada uno de ellos entró a formar parte del proyecto. Mark Waid confiesa que la idea del libro fue de David Macho, y que él aceptó enseguida porque le gusta la ciudad. Su única condición fue que en el proyecto estuviesen involucrados dibujantes de calidad. Macho también sugirió que el enemigo fuese Killer Croc, y su vinculación con la leyenda de Sant Jordi. Aquello no daba suficientes elementos a Wadi para poder atar una historia completa, hasta que investigo las costumbres de Sant Jordi y se le ocurrió el ángulo romántico de la historia. Su intención no era crear un cómic que pudiese pasar en cualquier lugar, i que en el fondo solo se viese la Sagrada Familia, sino que las sensaciones barcelonesas formasen parte de la historia.
A Diego Olmos le ofrecieron hacer el álbum porque es oriundo de Barcelona, y ya había trabajado con anterioridad con el personaje. Para él, ha sido un trabajo agradable, sin estrés, ya que ha podido trabajar al mismo ritmo que los álbumes europeos, lejos de la vorágine habitual de entregas mensuales del cómic americano. Quiso realizar una obra con un gran nivel de detalle, casi siempre ayudado por las investigaciones realizadas por Waid, que estudiaba a través de internet todos los detalles urbanos que podían ayudarlo a hacer verosímil la historia. A pesar de todo, esto les supuso algunos problemas para hacer creíbles algunas escenas, como el tiroteo de los mossos d’esquadra que aparece en el cómic.
En el momento de enfrentarse a la creación gráfica del libro, Olmos buscó mucha información fotográfica y visitó de nuevo todas las localizaciones que aparecen en la obra (el Hospital de Sant Pau, la Casa Batlló, entre otras), i no intentó hacer una representación realista de estos edificios sino reflejar las sensaciones que a él le transmiten aquellos lugares, como se puede ver en las viñetas dedicadas a la Sagrada Familia, llenas de contrapicados.
La parte que más disfrutó fue la protagonizada por Bruce Wayne, a pesar de que resultaba más difícil de dibujar: los personajes simplemente hablando requerían más fondos, más detalles. Para Olmos, dibujar una pelea es mucho más fácil, ya que permite realizar una imagen espectacular con gran sencillez.
Jim Lee se encargó de la portada por su fuerte presencia mediática, pero también porque una de sus aficiones es dibujar personajes conocidos en lugares que ha visitado; últimamente ya ha realizado una ilustración de Lobezno ante la Torre Eiffel y de Batman en el Parque Luxemburgo de París. Lo más complicado fue dibujar la Sagrada Familia.
Los autores se mostraban de acuerdo en que este cómic no tendrá la misma acogida en los Estados Unidos que la que ha gozado aquí, ya que está escrito para el público europeo, y no se espera que la gente de la América profunda se interesen mucho por él. Además, Mark Waid ha señalado las diferencias principales que existen entre el trabajo de los dibujantes europeos, mucho más centrados en la narrativa, y los americanos, que buscan siempre dibujar imágenes icónicas, pin-ups, i llenan los cómics de dibujos de gran tamaño. Lo mejor, quizás, sea que el cómic ha llamado la atención por sus dibujantes españoles, y les augura muchos proyectos.
Ante esto, los autores españoles han reflexionado sobre la escasez de éxito que tiene el cómic de creación propia, contrastada con el éxito que puede tener un cómic de estas características. Diego Olmos cree que uno de los motivos es que estamos acostumbrados a ligar la imaginería del cine y los cómics de acción con el mundo americano, sus nombres, sus tópicos, y que sentimos rechazo cuando los vemos reflejados en lugares más cercanos. Marta Martínez, además, cree que se trata de un exceso de autocrítica y de una idealización de todo lo que se hace en América, que nos impide ver las grandes obras que se hacen aquí, y que libros como este Batman en Barcelona: El caballero del dragón ayudan a abrir un poco los ojos.