Casi al final del servicio dominical el padre preguntó:
- ¿Cuántos de ustedes han perdonado a sus enemigos?
El 80% levantó la mano. El padre volvió a repetir su pregunta. Esta vez todos respondieron, excepto una pequeña viejita.
- Doña Asunción. ¿No está dispuesta a perdonar a sus enemigos?.
- Yo no tengo enemigos - respondió dulcemente.
- Doña Asunción, eso es muy raro. ¿Cuántos años tiene?
- 105 años - respondió.
La congregación se levantó y le aplaudió a rabiar.
- Oh… Señora, ¿puede pasar al frente y decirnos cómo se vive al tener 105 y no se tiene enemigos?
- La viejita dulce pasa al frente, agarra el micrófono, se dirige a la congregación y dice:
- No tengo enemigos, porque ya todas las cabronas se murieron.