Por fin el Tribunal Superior de Dinamarca ratificó la sentencia contra seis de los ciudadanos de ese país que estaban acusados de enviar dinero a las FARC. Los europeos aún creían en ese viejo albur de la lucha armada, de la revolución proletaria, del espíritu guerrillero.
Unos europeos de uno de los países con mayores índices de bienestar. Un pais que nunca ha necesitado salir del capitalismo para entender que dentro de él es posible una socialdemocracia. Eran originarios de un país a kilómetros de Colombia, que no entienden ni entenderán nunca que la lucha de las FARC no es la lucha del proletariado (ahora, la “lucha bolivariana”), sino es una locura fratricida, enmascarada en el pregón por las reivindicaciones sociales mientras sus líderes se hunden en dólares producto del narcotráfico; industria sostenida por los millones de drogadictos de todo el mundo y, en especial, del primer mundo.
Me reiría mucho si después apareciera que uno de los hijos de esos daneses resultó drogadicto y bien jodido gracias a la droga que las FARC generosamente le ofrecen al mundo para sostener su “proyecto bolivariano” (antes era liberal, después marxista, ahora, con la subida del Stalin bananero -y petrolero-, son bolivarianos).
Lo que nunca quisieron ver estos europeos de Fighters+Lovers fue que enviando dinero a las FARC no estaban mejorado en nada la situación de estos pobres latinoamericanos olvidados de dios y de los hombres, hambrientos de revolución y reivindicación en contra de la opresión capitalista, sino que, al contrario, estaban alimentando una organización cuyo negocio es el terror: atacar mujeres y niños, explotar ambulancias, intoxicar al mundo con droga, plantar minas quiebrapatas para dejar lisiados a niños que van a la escuela, reclutar niños para hacerlos madurar a la fuerza a punta de sangre y abuso sexual, matar, matar y matar al pueblo que pregonan defender.
Ojalá nos extraditaran a esos europeos. Pero mejor no. Porque entonces Chávez y Ortega encontrarían la forma de darles asilo en sus paraísos bolivarianos, teniéndolos como reyes mientras su propio pueblo se muere de hambre. Mejor no por que entonces se volverían una bandera de lucha para todos esos que pregonan el “derecho a la resistencia armada”, el comunismo trasnochado del Che y de Fidel, un comunismo chimbo que, al final sólo perjudica a sus defendidos. Hasta luego.