Ahhh para esto no tengo palabras, les comparto un articulo muy bueno de Arturo Guerrero que lei una vez!
espero que con el articulo entiendan mi poscicion!
¿Quién cuida mejor el sueño? Arturo Guerrero - Medellín | Publicado el 4 de marzo de 2009
Circula un botón con una frase compacta: "Solidaridad es seguridad". Rompe lanzas con el lema corriente desde hace siete años en la fosa común que es Colombia. Si hubiera botones con esta boga, dirían "Fuerza es seguridad".
Así, entre solidaridad y fuerza se tranza la anhelada tranquilidad en las calles y en las mentes vapuleadas. La fuerza, desde el punto de vista de la efectividad rápida, la dan las armas. La solidaridad, al contrario, viene de la confianza.
Más de medio país, mucho más de medio, tal vez sus dos terceras partes, está enfilado en la lógica del armamento. Son personas irreductibles, que no dudan del poderío del acero y que esperan de las municiones la solución ojalá definitiva de este pantanero bermejo. Asuntos muy concretos, con peso, calibre y contundencia.
El restante tercio de país, solo cuenta con las ideas, la fe en la humanidad, una creencia en la bondad sembrada por la naturaleza desde que el hombre es el hombre, la sensación de que una flor es también un argumento. Asuntos abstractos, ocurrencias, crédito en el desprestigiado buen salvaje de Rousseau.
La historia parece inclinarse del lado de la fuerza. Las estatuas de los parques, objetivo estomacal de las palomas, yerguen las figuras de los generales, de los conquistadores, y exhiben sus sables, charreteras y caballos. Para encontrar un ejemplo del otro lado, es menester agitar la enclenque indumentaria de un Mahatma Gandhi, quien paradójicamente no fue perdonado por las armas.
Pero en ese mundo demente e inesperado, la historia no sirve más de patente para el rostro del futuro. Lo que nunca ha sido, simplemente no ha tenido una primera vez. Pero puede tenerla. La creación está abierta, y la sorpresa parece guiar los destinos con una frecuencia no previsible.
En Colombia no se le ha dado turno a la solidaridad, pues una guerra ha sido madre y abuela de las incesantes siguientes. La fuerza ha comandado el comienzo y el fin de cada una de estas catástrofes, demostrando que es una postergadora de los motivos sanguinarios. ¿Habrá que aguardar a que el último guerrero exhausto se plante frente a su enemigo desastrado, para que uno y otro acepten la solidaridad y la confianza como guardianas de su sueño nocturno?