Los comienzos
Al principio, se trataba de añadir
un motor lo más grande posible a cualquier tipo de vehículo, da igual si es una furgoneta como la de la primera imagen, un Escarabajo o un deportivo clásico de origen europeo.
Chasis con ruedas
Llama mucho la atención lo frágiles que parecen algunos de los más primitivos drag-racers, no eran más que
un ligero chasis unido a un gran motor sobrealimentado y unas grandes ruedas traseras. Las medidas de seguridad brillaban por su ausencia y en el mejor de los casos el conductor contaba con un
“inspirador” arco antivuelco. En algunas ocasiones los pilotos usaban máscaras de gas para no intoxicarse con los gases expelidos por los escapes libres de los motores.
Soluciones extrañas
Pocas cosas habrá con que los pioneros del drag-racing no hayan experimentado. Desde dos motores en paralelo hasta sistemas de tracción de tracción integral, pasando por tres – o seis – ruedas hasta llegar a sistemas de
propulsión por cohete. Muchos de ellos no funcionaron, o simplemente eran demasiado peligrosos, finalmente estableciéndose el actual modelo de un sólo motor y cuatro ruedas. Algunas de las imágenes son realmente interesantes.
Fallos mecánicos
Aún hoy es muy normal que los motores de los dragsters acaben reventando o la transmisión explote, al estar dichos elementos sujetos a enormes cifras de potencia y par, además de girar los motores a más de 9.000 rpm en muchas ocasiones. En los años 50 y 60 era aún más común, podemos ver cómo un Fiat vomita el cigüeñal entero, cómo la rotura de la transmisión parte un dragster en dos y
diversos despropósitos mecánicos en los que las llamaradas están muy presentes.