ATAQUES A BALA en centros médicos de Medellín
Febrero 7, 2009 5:16 pm El Inspector
EN LA MIRA
Un paciente de la clínica Las Américas de Medellín, que apenas se reponía de los balazos de un
atentado anterior, fue atacado por sicarios en su propia camilla.
A las 3:00 p.m. de ayer, aprovechando el horario de visitas, subieron hasta el quinto piso un par de malhechores, uno de ellos
disfrazado de enfermero. Ingresaron a la habitación 515 y le dispararon en la cabeza y en un pie al convalenciente Roberto Leonel Hernández, un comerciante guatemalteco que hace siete años vive en la ciudad.
La salida e ingreso de usuarios fue restringida durante dos horas.
En el mismo piso
había policías que custodiaban a otros hospitalizados, los cuales reaccionaron e hirieron a balazos al falso enfermero, en el abdomen y una pierna, con fractura del fémur. A pesar de esto, el bandido logró meterse al ascensor y descender hasta el cuarto piso, donde se ocultó entre unas bolsas. Pero una enfermera lo pilló y ahí lo detuvo la Policía.
El otro agresor botó su arma por un balcón y fue hasta el área de admisiones, donde se sentó para
camuflarse entre los usuarios comunes de la clínica. Las cámaras de vigilancia interna lo siguieron y lo delataron. Al final fue capturado y las armas incautadas.
La víctima
murió a las 11:00 p.m. y al falso enfermero lograron salvarle la vida en urgencias.
El general Dagoberto García Cáceres, comandante de la Policía Metropolitana, recordó que el guatemalteco
había sobrevivido a un primer atentado en el barrio Laureles, donde recibió varios tiros el 26 de enero.
En los últimos dos años, esta es la cuarta vez que ocurre algo así en Medellín. El 24 de octubre de 2007, un sicario de 16 años ingresó a la clínica El Rosario de El Poblado. Tras sacar el arma de sus calzoncillos,
remató a un paciente que también había quedado herido en un atentado anterior.
Uno de los sicarios fue sacado por la Sijín en un vehículo.
La víctima se llamaba Aldemar Noreña López, de 42 años, y contaba con escolta policial. Recibió un balazo en la boca, que le quitó la vida. Un uniformado reaccionó y con el fusil
dio de baja al adolescente.
El 29 de mayo de 2008 ocurrió otro homicidio, esta vez en el edificio Comedal del centro de la ciudad, donde cientos de médicos tienen sus consultorios. Dentro de uno de ellos murió
apuñalado el cirujano Luis Darío Mejía Velásquez, de 59 años. No hubo capturas esa vez.
Y el 24 de julio de 2008 dos matones entraron a la unidad intermedia de Belén, para rematar a un instructor de seguridad que había quedado lesionado en una riña anterior. Los asesinos entraron a su cuarto y le dispararon, pero el papá del atacado
se interpuso en la trayectoria y murió. Se llamaba Francisco Javier Pérez Tamayo, un topógrafo de 53 años. Los agresores salieron del centro médico y la Policía atrapó a uno de ellos, apodado ‘Sancocho’.
Consulté con un investigador judicial el porqué un sujeto de estos acepta una misión que es
casi suicida, al exponerse matando dentro de un centro hospitalario vigilado, y su respuesta fue esta: “es posible que fueron los que fracasaron en el primer atentado, y sus patrones los amenazaron a ellos y a su familia para que terminaran el trabajo como fuera. Otros, simplemente, reciben muchísima plata”.