Paraguay venció 1-0 a Brasil, Venezuela se impuso 3-1 a Uruguay y se quedaron con los últimos dos cupos al certamen. Ricardo Chará anotó al minuto 19 del segundo tiempo el gol del triunfo colombiano.
Sí. Este domingo en Puerto La Cruz hubo que sufrir como siempre en el torneo para lograr el resultado, pero en la quinta y última fecha del hexagonal final, el equipo esta vez lo consiguió, pero ni los otros resultados ni las oraciones de los colombianos sirvieron para que se hiciera el milagro.
Colombia debía jugar con una clara disposición ofensiva, pero, al mismo tiempo, con la inteligencia y la frialdad suficientes para no cometer errores atrás. Al frente estaba una selección argentina mediocre, fundida en lo físico y sin siquiera el fuego sagrado en el pecho para buscar lo que al final les fue imposible.
Colombia hizo bien parte de la tarea y dominó el primer tiempo. Hubo control de la pelota, una búsqueda constante de Javier Reina y dos delanteros con buena movilidad.
No obstante, falló de nuevo en la puntada final. En el primer acto sólo tuvo dos aproximaciones de gol: una a los 38 minutos en un tiro de esquina, cuando Ricardo Chará saltó, la pelota le pegó en una pierna y se fue junto al palo. La otra, a los 43, cuando Cristiam Nazarit cabeceó como principiante un centro preciso de Reina.
Los argentinos, en cambio, dieron pena. Plantearon el partido para especular y solo le llegaron dos veces el arquero Andrés Mosquera: tiros libres en la media luna que al final no generaron peligro.
Si se trataba de mirar quién hacía más por clasificar al Mundial, sin duda Colombia le ganaba a Argentina, pero en lo futbolístico ninguno de los dos merecía un premio tan generoso hasta ese momento del partido.
A los 19 minutos del segundo tiempo, sin embargo, Colombia dijo basta de merecimientos morales y logró el gol. Fue de Chará, quien aprovechó sus 1,89 metros de estatura y les ganó en el salto a los argentinos para cabecear la pelota y mandarla junto al vértice derecho del arco.
La anotación fue un salto de esperanza hacia Egipto, una demostración de que al corazón se le ponía fútbol y que, sin tener mucho, había que ganarle a un adversario que ya estaba entregado.
Hasta el pitazo final, Colombia fue fiel a jugar en medio del drama: no supo aumentar la cuenta y el triunfo estuvo en peligro así al frente estuviera una débil Argentina. El árbitro pitó el final del juego a los 49 minutos. Se ganó, pero de nada sirvió porque se cayó la pirámide de Egipto.