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Antiguo 21-11-2008 , 09:29:37   #2
XulkiuX
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Predeterminado Continuacion 1 Panteon Chease

El vizconde Combermere.

Todo estaba como lo habían dejado, es decir: el cemento estaba intacto y los sellos oficiales seguían en su lugar, sin haber sufrido ninguna perturbación. Con esto, todos pensaron que el interior se encontraría también en buen estado, pero cuando el cemento fue picado y la losa retirada a un lado, se sorprendieron al escuchar un extraño rozamiento surgiendo de la oscura bóveda. Uno de los ataúdes de plomo había sido arrojado contra la losa y al ser retirada esta por los albañiles negros, la sepultura había sido arrastrada con ella. Los cada vez más aterrorizados negros comprobaron que el ataúd de Mary Anna María, se encontraba ahora empotrado en la pared del fondo, y del tal manera, que incluso el muro había sufrido daños. Los demás féretros estaban diseminados por el suelo de forma caótica. El vizconde Combermere, no daba crédito a sus ojos. El exterior de la bóveda seguía estando tan sólido como siempre, por lo que nadie podía haberse colado dentro por algún resquicio, y la fina arena depositada en el pavimento interior, no presentaba muestras de huellas o de presencia humana. Si alguien había entrado allí, pensó el vizconde, desde luego no era de este mundo.

El honorable Nathan Lucas, dijo de la inspección que hizo del lugar:

Examiné los muros, el arco y toda la bóveda: todo era igualmente antiguo; un albañil, en mi presencia, golpeó minuciosamente el suelo con un martillo: todo era sólido. Confieso que no puedo explicar los movimientos de esos ataúdes de plomo. Ciertamente, no se trata de ladrones, y en cuanto a broma pesada o truco, hubiese sido necesaria la participación de demasiada gente y el secreto hubiera sido descubierto; y en cuanto a que los negros hayan tenido algo que ver, su miedo supersticioso a los muertos y a todo lo que con ellos se relaciona, excluye cualquier idea de esa clase. Todo lo que sé es que ocurrió y que yo fui testigo del hecho.

Nadie pudo entrar a la cripta para mover los ataúdes. El gobernador Combermere estaba seguro de que solo un hombre no pudo desplazarlos. Además, hubiese dejado sus huellas en el suelo. No encontró señales de inundación. El lugar se encontraba unos treinta metros por encima del mar, no era fácil que agua hubiese movido los ataúdes. En cuanto a un temblor de tierra, habría cambiado de lugar con mayor facilidad el ataúd de madera que los de plomo. Y el de la señora Goddard seguía en su nicho, bastante maltratado por el tiempo, ajeno a cuanto había sucedido en torno suyo.

Los investigadores ligados a los fenómenos paranormales intentaron encontrar alguna explicación a el hecho, pero fue tarea inútil, porque ni siquiera podían afirmar que se tratase de un fenómeno paranormal. El escritor escocés, Arthur Conan Doyle (conocido por ser el autor de la zaga de Sherlock Holmes), se interesó a comienzos del siglo XX en el misterio de la isla de Barbados, concluyó que eran fuerzas sobrenaturales las que movieron los ataúdes de plomo, en señal de protesta, porque en su interior se descomponían los cuerpos con mayor lentitud que en los de madera, supuso también que con el arribo al panteón familiar del cuerpo de Thomas Chase se intensificó el fenómenos, en razón de los violentos efluvios que surgieron de él en vida y no logró atenuar la muerte.

¿Estaba en lo cierto Conan Doyle? ¿Fue aquél de Barbados el único en la historia?
El gobernador Combermere estaba seguro de que algo como aquello no había sucedido antes, ni se produciría después. Lord Combermere estaba precisamente en un error.

Sucedió algo semejante en el mismo panteón, un siglo después. Los miembros de la logia masónica de Bridgetown acudieron el 24 de agosto de 1943 al mismo panteón donde el siglo pasado habían sucedido cosas tan extrañas, se presentaron ante el mausoleo que contenía los restos de Alexander Irving, primer masón de la isla Barbados, dispuestos a abrirlo. En el mismo mausoleo se había depositado muchos años antes un ataúd de plomo con el cuerpo de cierto Sir Evan McGregor. A los señores de la logia no les interesaba este personaje, sino Irveng, cuyos restos pensaban trasladar a otro sitio.

Quitaron la losa y hallaron debajo una escalera de seis peldaños que conducían a una puerta tapiada con ladrillos. No existía la menor posibilidad de que alguien hubiese penetrado en la cripta desde la última vez que enterraron a alguien. Sin embargo, no tardaron los presentes en comprobar que no era así. Al quitar los obreros los ladrillos, vieron aparecer la punta de un ataúd de plomo. Se dieron cuenta sin tardar mucho que el ataúd estaba apoyado en parte contra la puerta y en parte contra el muro contiguo.

Una vez dentro de la cripta, descubrieron los masones que el ataúd era el de Sir Evan McGregor, que había abandonado su nicho, de manera por demás inexplicable. Pero no fue ésta la única sorpresa. Por más que buscaron los presentes en la cripta, no hallaron el otro. ¿Se habían equivocado de tumba quienes venían a recoger los restos de Alexander Irveng? Realizaron entonces una investigación en la iglesia contigua y verificaron que el cuerpo del masón debía hallarse en aquella cripta.

¿No era aquél caso muy superior, en cuanto a misterio se refiere, al de la familia Chase, puesto que aquí hubo traslado de ataúd de plomo además de faltar un inquilo importantede del mausoleo? ¿Qué explicación podía darse al fenómeno? ¿Por qué solo se desplazaban los ataúdes de plomo? ¿Fueron movidos los ataúdes, inconscientemente, por personas ajenas a la familia de los difuntos, por un simple fenómeno de psicoquinesis que no ha logrado ser esclarecido?

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XULKIUX
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