Anthony Morley, un cocinero de Leeds que en 1993 fue elegido ganador de la primera edición del concurso Mister Gay Reino Unido, mató el pasado mes de abril a su amante Damian Oldfield al asestarle más de 20 cuchilladas. En el momento de ser detenido por la policía, Morley alegó que la víctima había intentado violarle y que él echó mano del cuchillo para defenderse. Lo que no pudo explicar entonces --y deberá aclarar ahora en el juicio que estos días se sigue contra él-- es por qué después de matar a Oldfield le cortó un pedazo de muslo, lo fileteó, sazonó las piezas, las frió en aceite de oliva y trató de comer una (no debió de ser de su gusto, ya que la carne masticada apareció en el cubo de la basura). Una extraña forma de defensa propia.
Los truculentos detalles de este caso de canibalismo que ha conmocionado al Reino Unido empezaron a salir a la luz el lunes pasado, cuando, en la primera sesión del juicio, el fiscal relató los hechos. Morley, de 36 años, y Oldfield, un agente comercial de 33, eran amantes desde hacía años. El día antes del suceso, se citaron en un bar del centro de Leeds, donde, según los testigos, bebieron en abundancia, y desde allí se dirigieron a casa de Morley, que preparó la cena. A la mañana siguiente, el cocinero, ataviado con bata y zapatillas y manchado de sangre, irrumpió en un bar cercano y pidió a los presentes que llamaran a la policía porque había matado a un hombre que, según dijo, trató de violarle.
SIETE FILETES
Lo que los agentes encontraron en la casa desbordó todas sus expectativas. En el dormitorio, situado en el piso superior de la vivienda, se hallaba el cuerpo sin vida de Oldfield con la garganta seccionada, múltiples cuchilladas y una herida extrañamente grande y profunda en uno de los muslos. Abajo, en la cocina, los policías descubrieron seis filetes de carne humana sazonados con diversas especias y pasados por la sartén. En el cubo de la basura había un séptimo trozo, ya masticado.
El abogado encargado de la defensa del cocinero no negó en el juicio que su cliente hubiese dado muerte a Oldfield ni que hubiese cocinado partes del cadáver, pero señaló que el jurado debía tener en cuenta la posible provocación de que había sido objeto y "su alterado estado mental".