ni el ser rico, pobre, bueno, malo, valiente o cobarde. Nacemos de una decisión donde no fuimos consultados,
y nadie puede prometernos resultados.
Cuando nacemos no sabemos ni siquiera nuestro nombre,
ni cual será nuestro sendero, ni lo que el futuro esconde.
Entre el bautizo y el entierro cada cual hace un camino,
y con sus decisiones, un destino.