Paseo
A diferencia de todos los demás aires de este
folclore, el paseo vallenato tiene una cuadratura de compás de cuatro tiempos. La marcación de los bajos es de uno por tres y a veces, de acuerdo a la pieza, de dos por uno. Para los
intérpretes es el aire más fácil de tocar. Este ritmo, literariamente, recoge de forma espontánea las historias y relatos de un pueblo que perfecciona todos sus componentes en una especie de cantares de siempre, para luego, llamarlos Paseo.
La razón histórico-cultural del paseo es apasionante y paradójica, apasionante porque, como género concebido para perpetuar la
historia de unos
pueblos a través del canto, hunde sus raíces en la época precolombina, cuando los Chimilas al igual que los Guajiros, Tupes y demás habitantes del viejo Magdalena componían estos cantos para reemplazar a la
escritura inexistente, tal como lo hicieron todas las naciones primitivas e iletradas del mundo; y paradójica porque, a pesar de esta antigüedad - que lo coloca en situación de privilegio frente a los demás aires surgidos del mestizaje -, la palabra Paseo utilizada para designar este ritmo es, en el ambiente vallenato, la más nueva entre las cuatro que nombran los ritmos tradicionales, hasta el punto de no tener más de 80 años desde su popularización