PEKIN.- El techo del mundialmente conocido ómnibus inglés colorado se abrió como una gran flor y de su interior emergió la figura de David Beckham. Los más de noventamil mil espectadores enmudecieron y los flashes iluminaron la noche en la capital china. El futblista arrojó la pelota al aire y simbólicamente dio por inaugurada la cuenta para Londres 2012, la próxima cita Olimpica. Se apagó la llama en Pekín. Con una impactante ceremonia de cierre se despidieron los XXIX Juegos Olímpicos de la era moderna.




Estos acontecimientos suelen transmitir una alta carga emotiva. En medio de los festejos, las lágrimas de Sun Yue, una joven voluntaria, resumían lo que representaron estas apasionantes tres semanas. “Hace años que esperábamos este momento y saber que ya se terminó me da tristeza. Estoy orgullosa de mi país”, relató la muchacha en un profundo sentir colectivo. En el estadio “Nido de los Pájaros” más de noventa mil espectadores disfrutaron de otra muestra de la rigurosa organización. El presidente del comité organizador, Liu Qi, jefe del Partido Comunista en la capital china, abrió su discurso con un mensaje de claro tinte político: “Los Juegos de Pekín son un testimonio del hecho de que el mundo recuperó su confianza en China”.
El presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, ensayó una enérgica sentencia en el centro del estadio, iluminado por cientos de reflectores: “Estos Juegos fueron verdaderamente excepcionales. El mundo aprendió mucho de China y China aprendió mucho del mundo”, dijo. El presidente del COI flameó la bandera olímpica y luego lo hizo el alcalde de Londres, Boris Johnson, como ciudad organizadora de los próximos Juegos. El primer ministro británico, Gordon Brown, la infanta Cristina de España, y el príncipe heredero de Holanda, Guillermo Alejandro asistieron observaron todo en las tribunas.
Con el lema de transmitir un mensaje de paz, amistad y alegría, los fuegos artificiales dibujaron un círculo por encima del estadio, que según la cultura tradicional china, es el símbolo de armonía. Al ritmo de los tambores, expresión colectiva de ilusiones y esperzanas, el espectáculo comenzó a las 20, hora local, con una puntualidad suiza. Entre más de mil bailarinas adornadas con campanas de plata, los atletas hicieron su ingreso y el abanderado argentino Juan Esteban Curuchet encabezó la delegación nacional. Los deportistas vieron toda la fiesta en el campo de juego, con cámaras, filmadoras y hablando por celular.
Una gigante torre humana, llamada “Torre de la Memoria”, escenificó los recuerdos apasionantes en estos Juegos y fue acompañada por una melodía acorde, ejecutada por el español Plácido Domingo y la china Song Zuying.
Los sentidos fueron estimulados al máximo. Distintas situaciones fueron descubiertas en todas sus dimensiones. Con tres deportistas subiendo a una escalera gigante que simulaba la entrada a un avión se apagó la llama. Luces, ruidos de turbina, bolsos cargados con sueños. Con esa imagen se apagó el fuego que iluminó el estadio durante todos los Juegos. Aplausos, lágrimas, recuerdos. Hubo de todo en la cálida noche china. Pekín 2008 será un recuerdo desde mañana. Forma parte de la historia.