Hola a todos y a todas.
Para empezar, quiero advertir que mi interés al escribir estas notas no son para buscar consejos, sino para expresar algo que yo siento.
Yo soy un paisa original (aunque nací en Medellín me críe en el monte). Astuto, conversador, trabajador, buen negociante y emprendedor.
crecí con el “Ave Maria” y “que la virgen lo acompañe”, recríe en una familia matriarcal, tomé aguapanela en totuma, me despertaba a las 4 de la mañana y me fascina, las apuestas, la mazamorra, la arepa y todo lo del plato típico (bandeja paisa para el que no sepa). Lo único que no hacía era ir a la iglesia porque siempre me identifiqué con el nadaísmo.
Vuelvo a vivir en Medellín y veo que lo que es paisa aquí es solo una nostalgia por un pasado arriero y una vergüenza de lo que somos. No me sentí identificado. Medellín parece estar más cerca de Miami que de Santa Elena.
Ese descontento lo demostraba en todo, hasta en las relaciones con el sexo opuesto. No mantenía más de dos conversaciones y un sexo ocasional con una mujer de aquí; es verdad que son muy lindas pero en el fondo me parecen simples y aburridas. Todas eran como una misma copia, como si salieran del mismo molde. Y esos acentos de comuna o de gomelo cosmopolita (dependiendo el estrato) me desesperaban.
Menos mal el desconsuelo no fue eterno. En la Universidad descubrí un nuevo mundo como Colon, pero con conciencia para disfrutarlo. Encontré a las Costeñas.
Que mujeres tan bellas, la alegría y jovialidad de estas diosas del litoral me cautivaron. Esa idiosincrasia parecida al dominicano, al panameño, al cubano o al puertorriqueño y venezolano me hace creer que su regionalismo es internacional y que no sienten vergüenza de ser como son. Su hablar tan sabroso me gusta y me vale tres tiras de pepino lo que piensen los que lean esto.
Tengo varias pelaitas de quería que tan buenas y disfruto con ellas hablando paja.
Me gustan las costeñas porque son únicas e individuales. Cada una es un mundo nuevo por descubrir, son cariñosas, alegres, comprensivas y buenas cocineras. Díganme corroncho o lo que sea, pero ellas son lo mejor que tiene América Latina, puesto que son las verdaderas latinas.
Aún me falta para entender su lenguaje. Pero me siento orgulloso de quererlas a ellas.